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Actualizado: 6 de junio de 2025
En cuanto a Massareo y su tripulación, esperaron el día en la misma posición, es decir, con la nariz pegada al suelo, y únicamente cuando el sol estuvo bien alto se atrevieron a levantar la cabeza; pero como no habían maniobrado durante aquella noche terrible, se encontraron varados sobre la costa de Conil, enfrente del faro de señales.
¡Mi tía Isabel! dijo Flores con la navaja levantada. ¡Y el pescador Pablo! exclamaron los otros. Señora decía el niño , le juro por el alma de mi padre que yo he visto hace dos horas la tartana de las velas rojas fondeada cerca de Conil. La señora Isabel hizo un gesto que hubiera tenido toda su significación y toda su eficacia, sin el marino que se interpuso prudentemente entre los dos campeones.
¡Por la silla de Santiago, compadre! el pescador Pablo, que ha llegado de Conil, me ha repetido de nuevo que la tartana de rojas velas está fondeada a medio tiro de cañón de la costa, y que todos los carabineros están alerta... Han abusado de su credulidad, señor don José. Le han engañado, señor rapabarbas respondió José saliendo con aire burlón.
Recibió la noticia con pesadumbre el hijo; mas el padre, que, según entonces comprendí, era un rematado fanfarrón, felicitó a mi amo muy campanudamente, llamándole flor de los navegantes, espejo de los marinos y honra de la patria. Nos detuvimos para comer en el parador de Conil. A los señores les dieron lo que había, y a Marcial y a mí lo que sobraba, que no era mucho.
Que San Pablo me haga perecer la primera vez que salga al mar, si no es verdad que hace dos horas he visto la tartana del condenado fondeada a un tiro de fusil de Conil; y es tan verdad, señores, que he encontrado cerca de Vejer un destacamento de aduaneros que se dirigían apresuradamente a la costa, guiados por Blasillo, el hijo de Blas, que había ido a prevenirle; yo no quiero contradecir a la señora Isabel, ¡pero que Dios me aplaste si miento!
Encontraron un asilo en Conil; allí contaron detalladamente el prodigio, y este relato, ya desnaturalizado por ellos, tomó, al pasar por los labios de los campesinos de Conil y sus alrededores, un carácter tal, que ya no se trataba de una tartana, sino de un inmenso navío, tripulado por legiones de demonios que vomitaban llamas, con sus alas de fuego, y llevando a la cabeza al gitano o mejor dicho, al mismo Satanás, como ya se dijo juiciosamente en la barbería de Flores , que se había precipitado al fondo del Océano, en el momento en que la tartana se hundía a los cañonazos del guardacostas; en fin, una historia digna del Romancero, pero que, por absurda que fuese, y según la predicción del gitano, tuvo durante largo tiempo a todo el litoral en jaque y llevó a su límite máximo el terror que inspiraba el nombre del condenado.
¡Me maldice usted, padrecito! dijo el marino ; vaya, no se incomode; se lo perdono todo, incluso la sangría, gracias a la buena noticia que usted acaba de darnos... ¡Ah! ¡conque la tartana de ese maldito ha fondeado cerca de Conil! ¡Por mi madre, daría con gusto los ocho años de soldada que Fernando me debe por ver a ese condenado gitano con grilletes en los pies y en las manos y arrodillado en la capilla ardiente! ¡Cuántas veces, al querer darle caza con la escampavía he renegado de mi patrón por las bordadas que nos hacía correr ese favorito del infierno! ¡porque siempre se embarca cuando peor tiempo hace!
Palabra del Dia
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