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Las trombas de agua pasaban sobre él, yendo á apagar sus fogones, pero esto enardecía su fe. «¡Animo, muchachosEl Cristo del Grao se ocupaba en protegerles, y nada malo podría ocurrirle al baque... Unos marineros callaban; otros, irritados, se hacían esto y aquello en la imagen y su santa escala, sin que el devoto se indignase.

El vértigo, la grandiosidad, lo insondable, lo indefinido; masas de agua que se coloran, que chocan, que ensordecen; abismo que atrae y que fascina; transparentes trombas que se cristalizan, se retuercen, y por último se esparcen en gigantescas cabelleras, cuyos hilos de plata al rozar en la roca se descomponen y se elevan en tenues vapores; millones de preciosos cambiantes con los que se ilumina la granítica cárcel, en la que el Sumo Hacedor guarda una de sus más bellas creaciones; sombras queridas que forja la fantasía envueltas en transparentes encajes de espuma; tiernas evocaciones de otras edades y otros tiempos; gratas reminiscencias de seres amados; consoladoras fantasmas surgidas de las compactas brumas; misteriosos ruidos que suplican, amenazan, suspiran ó maldicen, es lo que instantáneamente se agolpa y embarga nuestros sentidos al llegar al borde de aquel abismo, en cuyo negro fondo truena la grandeza del Dios del Sinaí, recordando á los mortales el terrible Dios ira de los inmutables y eternos fallos.

Al marchar solo, sin el resguardo proporcionado por el cuerpo de la mula, se vió envuelto en las trombas que giraban sobre la desolada inmensidad, levantando columnas de una arena cortante, polvo de rocas. Repetidas veces tuvo que tenderse, no pudiendo resistir el empuje de los torbellinos.

En la inmensidad del espacio, el sol y los cometas ruedan en curvas inmensas; en nuestro globo planetario, arrastrado como los demás en una espiral de elipses infinitas, los huracanes, las trombas, los aires, el más insignificante céfiro, se propagan en líneas curvas; las aguas del mar se pliegan y desarrollan, en curvadas olas; todas las formas orgánicas, animales y plantas, no ofrecen en sus células y cavidades más que superficies curvas y sinuosidades; hasta los duros cristales, mirados con el microscopio, no tienen esos planos regulares, esas aristas inflexibles que aparecen á simple vista.

Empero estaba reservado á Peltier penetrar el asunto reproduciéndolo, hacer trombas en miniatura y tempestades de entretenimiento. Las trombas eléctricas nacen desde luego cerca de los volcanes, en los respiraderos del mundo subterráneo, siendo más comunes en los mares asiáticos que en los nuestros.

Poco faltaba para la puesta de sol cuando bajé de la diligencia; entre las ruedas, las hojas muertas revoloteaban en pequeñas trombas. Mi corazón latía con violencia. Miré en torno mío. Creía ver adelantarse a mi encuentro la gigantesca silueta de Roberto, pero no había allí más que algunos papanatas que me miraron con los ojos muy abiertos, extrañados de esa aparición desconocida.

El Atlántico, abierto en ambas extremidades y recorrido á lo largo por los vientos, está menos sujeto á trombas, pero en cambio se sienten en él con más frecuencia los ventarrones rectilíneos. Con todo, Piddington cita un sinnúmero de circulares habidos en ese mar. Durante los años 1840 á 1850 hiciéronse en Calcuta y Nueva York las inmensas compilaciones de Piddington y de Maury.

Apenas teníamos horizontes, y estos de un color plomizo muy pronunciado; el viento completamente huracanado traía su furia del Nordeste; las mares se precipitaban unas á otras en inmensas trombas, las cuales al romper rebasaban la obra muerta, siendo infructuosas las bombas que no se dejaban de la mano; la impetuosidad de los vientos arrancaba montañas de espuma que en menuda lluvia nos azotaba; cerrando tan angustioso cuadro mares encontradas que hacían retemblar á la pobre María Rosario, que unas veces hundía en el abismo la perilla del bauprés, para luego verla levantarse trabajosamente y rozar con la espuma las batallolas de popa.

Las olas blancas de la niebla ruedan por la superficie de aquel mar, no con la regularidad de las líquidas, sino con majestuoso desorden en que se pierde la mirada. Aquí se las ve hervir, hincharse en trombas de humo y desparramarse después en copos como la nieve y desaparecer en el espacio; allá se abren como valles llenos de sombras.

A fuerza de leer y meditar algo, habia llegado á formarme, allá en el corazon de los Andes, la idea del océano; lo habia soñado con toda su soledad asombrosa, su misterio, sus efectos de luz maravillosos, sus ondas agitadas y terribles, sus calmas amenazadoras, sus trombas y tempestades, sus vagos suspiros, sus mugidos ruidosos, sus mil fenómenos de óptica, de vegetacion oculta ó viajera, de poblacion increiblemente variada entre los pliegues de sus ondas.... Y sinembargo de mis fantasías, que eran de una exactitud completa, me sentí sorprendido, sobrecogido de admiracion, lleno de miedo y de valor alternativamente, y como en un mundo distinto del de la Creacion, cuando, ya lejos de las playas rocallosas y desiertas de Cartagena, reconocí que la tierra quedaba en lo pasado, como una sombra, y que desde aquel momento mi vida y la de mis amores pertenecian á la ciencia y las borrascas disputándose el imperio de la inmensidad!