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Y escuchó, como una música lejana, su voz, que iba explicando brevemente todas las particularidades de aquellas piedras que pasaban á ser animales, de aquellos globos que, al hincharse, mostraban sus órganos, volviendo á ocultarlos bajo un oleaje gelatinoso. Eran un saco, una bolsa, una máscara elástica, en cuyo interior sólo existía agua ó aire.

Fermín permanecía con la cabeza baja, vacilando, con expresión dolorosa, como si las palabras le quemasen la lengua. Por fin comenzó el relato de lo ocurrido en Marchamalo la última noche de la vendimia. El carácter irascible, impetuoso y atronador de Dupont, pareció hincharse colérico durante el relato, hasta estallar al final ruidosamente.

Avanzó por la estancia sobre la punta de los pies conteniendo la respiración, llegó hasta la alcoba y levantó las cortinas. Dio un paso más y chocó con la cama: puso la mano sobre ella y la deslizó hacia la cabecera. Sintió la presión del cuerpo de su esposa al hincharse con la respiración.

A la sazón carecían de hojas, pero la caricia abrasadora del sol impelía a la savia a subir, a las yemas a hincharse. Las desnudas ramas se recortaban sobre el limpio matiz del firmamento, y a lo lejos el mar, de un azul metálico, como pavonado, reposaba, viéndose inmóviles las jarcias y arboladura de los buques surtos en la bahía, y quietos hasta los impacientes gallardetes de los mástiles.

Ya empieza a hincharse... ¿Doña Moncha, no tiene un pañuelo que le atemos a la cara para sujetarle la barbeta, que mire cómo se le cae desencajada? ¡Jesús, si parece que nos hace una mueca! DO

Sepúlveda empezó con desdén, y acabó turbado. El clérigo lo oía con la cabeza baja y los labios temblorosos, y se le veía hincharse la frente.

Era Karl, que había abandonado el gimnasio y se mantenía de pie entre los dos, mirando a uno y a otro sin entender lo que hablaban. En su atenta inmovilidad notábase una expresión de niño viejo, un fruncimiento de cejas de persona mayor que sospecha y reflexiona. Su frente saliente, de testarudo, parecía hincharse y latir.

Mientras nos desgarráis el corazón con vuestros atroces sufrimientos; mientras vuestras lágrimas corren como torrentes que en la primavera se precipitan de las montañas; mientras hasta las piedras se conmueven y plañen; mientras vuestras encantadoras narices empiezan a hincharse a causa del llanto que vertéis... NUMEROSAS VOCES FEMENINAS. ¡Eso no es verdad!

Un libro moderno de respetable volumen intenta demostrarnos que la luz del sol que baña nuestro planeta ha tomado cuerpo y se ha condensado en mesetas y montañas alrededor de la tierra. Otro afirma que la atracción del sol y de la luna, no contenta con levantar dos veces al día las olas del mar, ha hecho hincharse también á la tierra, y ha alzado las ondas sólidas hasta la región de las nieves.

La birreta cardenalicia parecía hincharse de soberbia sobre su cabeza pequeña, blanca y sonrosada. Nunca fue llevada una corona con tanto orgullo como aquel gorro rojo. Extendió su mano enguantada de púrpura, sobre la que lucía la esmeralda episcopal, y con un gesto imperioso hizo que uno tras otro fueran besándola todos los canónigos.