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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Y Luciana siguió diciendo a media voz: Me parece un poco formalista, este ángel... Su implacable caridad me ha dado calofríos... ¿Le gustaría a usted, cuando estuviera luchando con una enfermedad, que vinieran a decirle con la mejor intención del mundo?: «Hermano, hay que morir; ha llegado la hora...» ¿Le gustaría a usted que le presentasen, ante los ojos alucinados por la fiebre, el espectro espantoso de la muerte en el fondo de un negro agujero?
Yo sólo creo que son hombres los que alcanzan victorias en las guerras ó los capitanes del dinero que conquistan millones... Aunque mujer, me gustaría vivir esa existencia enérgica y abundante en peligros. Robledo, para evitar á su amigo las recriminaciones de un entusiasmo expresado por ella con cierta agresividad, habló de las miserias que se sufren lejos de las tierras civilizadas.
Botín es un verdugo: no la deja salir de casa; no la deja asomarse al balcón... Te digo que me gustaría que el señor Botín y yo nos viéramos un día las caras... Yo soy padrino de tu hermana, yo soy su segundo padre, y debo velar por ella... ¡Luego el pobre Riquín estará tan solo, extrañará tanto no verme a todas horas y no jugar conmigo, como antes!... Porque has de saber que Riquín no quiere a nadie más que a mí; me quiere más que a su propia madre.
Luego, poco a poco, te vas lanzando. Lo que más me preocupa es el primer baile; empezar; no sé cómo empezar, hijita; siento una cosa... así... vamos... que no sé cómo empezar. No te preocupes; ya se encargará alguno de allanarte el camino, de iniciar el modo de dar las primeras vueltas. ¿Sabes lo que estoy pensando? Me gustaría bailar el primer baile contigo; que fuera como una humorada tuya.
A mí me gustaría mucho, y a los dos nos distraería. ¿Por qué no he de hacer yo, aunque soy pobre, lo que hacen las señoras ricas, que no tienen hijos? Es muy soso un matrimonio sin chiquitín». A Maximiliano le pareció bien la idea; pero doña Lupe, aunque no la contradijo abiertamente, no pareció entusiasmarse con ella.
Yo me había aproximado a Blanca lo suficiente para atenderla, pero ella, no sé si con intención o sin ella, cerró la distancia aproximando lo más posible su asiento al mío. Usted no bebe nada me dijo, ¿tiene miedo de perder la cabeza? No... si usted la perdiera, me gustaría perderla con usted le repuse.
Su padre, radiante, se la presentó a la Marquesa de Oreve, que allí estaba y que la acogió con miradas, fijamente investigadoras y palabras de bienvenida un poco arrulladoras y afectadas. Me gustaría saber lo que ha pensado la muchacha de aquella cara redonda, coronada por un complicado edificio de trenzas y rizos y que se paseaba de un hombro a otro con lentitud presuntuosa.
Hay que buscar el apoyo de las mujeres, y para esto me ha prometido don Isidro presentarme a esas señoronas ricas que hablan con él y se sientan en la parte de proa. Parecen muy entusiasmadas con el obispo italiano: «Monseñor, aquí; Monseñor, allí», pero yo soy español, y ¡quién sabe!... Me gustaría encontrar una señora rica que me protegiese.
Hemos venido con los cuatro rizos, y aínda hubimos de arriar la vela al pasar La Bensa. ¡Qué noche fiera! No se ve ni una estrella. ¡Ni hace falta! Si fueseis gente de mar, os gustaría este tiempo bravo. ¡Es mucho tiempo! Siempre preferible a la calma. Han llegado al atracadero donde se abriga la barca. Grandes peñascales coronados por las ruinas de un castillo.
Sí, abuela dije en cuanto se fue Celestina, quiero seguir a las solteronas a través de las edades. ¿Ves en ello algún inconveniente? Veo los de hacer un viaje muy fastidioso y de singularizarte de un modo ridículo. Sin embargo, antes de decir si estoy madura para el matrimonio, me gustaría saber si el celibato me tienta definitivamente...
Palabra del Dia
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