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Su padre, radiante, se la presentó a la Marquesa de Oreve, que allí estaba y que la acogió con miradas, fijamente investigadoras y palabras de bienvenida un poco arrulladoras y afectadas. Me gustaría saber lo que ha pensado la muchacha de aquella cara redonda, coronada por un complicado edificio de trenzas y rizos y que se paseaba de un hombro a otro con lentitud presuntuosa.

que lo entiendo; pero no es noticia para . ¿Cuántos siglos hace que estáis... en eso? ¡Dale, la muy taimada!... ¿No te he dicho que, por fin, se de-ci-dió ya? ¿Lo quieres más claro? ¿Quieres decir que os vais a casar en seguida? Eso mismo. ¡Acabaras! Aquí un ratito de silencio. Cierta inquietud en Sagrario. Miradas investigadoras en su amiga, envueltas en sonrisas maliciosas.

A la entrada de la casa de la policia hay numerosa guardia de tropa: Don Marcelino se va á entrar por la primera puerta que se ofrece, y el granadero le dice: «AtrasEncaminase á la otra, y el centinela le grita en alta y destemplada voz: «Paisano, la capaQuítase el embozo, prosigue algo mohino, y los esbirros, que se resienten de la rigidez gubernativa, le dicen en ademan descortes: «no vaya V. tan aprisa; aguarde V. su turnoLlegado á la mesa, el oficial le dirige mil preguntas investigadoras, le mira de pies á cabeza, como si sospechase que el pobre D. Marcelino es uno de los jefes del motin del otro dia.

Desde Brujas se trasladaron á Bruselas y en este punto fijaron su residencia por entonces. ¿Quién puede ocultarse lo suficiente de las investigadoras pesquisas de una mujer perspicaz?

El alboroto había subido de tal suerte y la gritería era tan escandalosa, que algunos balcones de la vecindad dejaron escapar un chirrido y se abrieron discretamente. Las cabezas investigadoras que por ellos asomaron, no logrando enterarse de lo que ocurría y temiendo resfriarse, se retiraron al instante.

Su amor por D. Luis, tan silencioso y tan reconcentrado, se ocultó a las miradas investigadoras de doña Casilda, de Currito y de todos los personajes del lugar que en las cartas de don Luis se nombran. Menos podía saberlo el vulgo.

Sin embargo, durante el camino dirigí algunas miradas investigadoras a todos lados, con la vaga esperanza de ver la figura de mi monja entre las varias que cruzaban a lo lejos por las galerías desiertas. Por lejos que fuese, tenía absoluta seguridad de reconocerla. Salimos del primer patio y entramos en otro más grande con arquería de piedra también, pero sin cierre de cristales.

Dos o tres pollastres matinales con cuello bajo y los puños muy sacados entraron lanzando rápidas miradas investigadoras a todos los sitios.