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Actualizado: 10 de junio de 2025
En cambio, otras obras más recientes españolas, como la Diana de Montemayor, El Español Gerardo de Céspedes, las novelas de Lope y de Montalbán y en general todas nuestras comedias de capa y espada nos hacen pensar que estamos contemplando un mundo diferente, que entre el modo de vivir, de pensar y de sentir de aquellos hombres y el nuestro media un abismo. ¿Qué significa esto?
No le volveré a ver decía Juanita. ¡Pero si al menos viera al pobre Gerardo!... moriría contenta, y llevaría a mi amado Carlos la bendición de su anciano padre. Ten paciencia decíale Isabel; él volverá, estoy convencida de ello; sobre todo, si ignora la muerte de su hijo. ¿No debe verle todos los años? Por lograr este anhelo, vendrá donde tú estás... ¡seguro de encontrarle!...
Gerardo Lautrec trató de espiritualizar la idea mostrándonos en la belleza de la forma la imagen y el símbolo de la belleza moral, única representación de la divinidad. Al oír esto Sofía Jansien, roja como la grana bajo sus ricillos de un negro azabache, preguntó con indignado desprecio cómo era posible que se perdiese el tiempo en definir lo que no existe.
»¡Ah! ¡Dios mío! le dije acercándome a él: ¿quién es ese anciano? »¡Qué! señora, ¿no le ha conocido usted? me dijo en tono brusco. »¡Ah! No, se lo aseguro. »¡Es mi padre! »¿Su padre? exclamé: ¡Mi antiguo maestro de música!... El buen Gerardo Broschi... ¡Ah! ¿De dónde viene, qué ha sido de él? ¡sería muy dichosa en abrazarle!...
El señor Kisseler revoloteaba y mosconeaba alrededor de nosotros como un gran saltamontes aturdido, y don Gerardo Lautrec iba a mi lado, explicándome como poeta, las bellezas del claro-obscuro, mientras se levantaba en el horizonte una fina luna nueva. Este señor Lautrec es una persona muy agradable, alto, esbelto y rubio.
Teniente Coronel D. Bernabé San Martin, Sargento Mayor del batallon de artilleria, denominado la Union; el Sr. Dr. D. Manuel Belgrano, Abogado de los Reales Consejos, y Secretario del Real Tribunal del Consulado; el Sr. Coronel urbano D. Gerardo Esteve y Llac, Comandante del batallon de artilleria la Union; el Sr. Dr. D. Juan José Castelli, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr.
Cierta noche me despedí, como de costumbre, á estas horas. No ponía luz alguna para alumbrar la escalera y el portal. Cuando D. Gerardo ó yo salíamos, la criada alumbraba con el quinqué de la cocina desde lo alto. En cuanto cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasísima.
»Lo único que en todas mis hipótesis había de cierto, es que Gerardo era un buen padre, que adoraba a su pequeño Carlos, a su hijo, y que se privaría de todo, hasta de su guitarra, por proporcionarle un juguete o un vestido nuevo. El pobre niño estaba enfermo, sufría mucho, y el sol de Nápoles era casi su existencia; a esto debíase la inquietud de Gerardo.
»Entonces Gerardo me contó que el czar Pedro el Grande reclutaba artesanos en todos los países de Europa y artistas en Italia, con el propósito de formar una banda de música para sus regimientos y una orquesta para su capilla, y se le habían hecho a Gerardo, antes que a nadie, proposiciones ventajosas para ir a Rusia. »Yo no podía calcular entonces de dónde procedían su tristeza y mal humor.
Gerardo volvía a guardar su biblioteca ambulante y se marchaba a otro café, donde la escena solía repetirse. Y así, al cabo de recorrer todos los cafetines, podía terminar su labor. Villieres de l'Isle-Adam, el autor de Cuentos crueles, se retiraba a su casa al amanecer y dormía hasta las doce.
Palabra del Dia
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