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Actualizado: 17 de julio de 2025
Al salir del gabinete, la joven exclamó: ¡Ah! ¿Estaba usted ahí duque? Sí; no he querido sorprender secretos de Estado. ¡Y que lo diga! ¿Verdá usté? dijo la ex florista echando una mirada significativa a la modista. Esta sonrió discretamente y se fué. El duque abrazó por el talle a su querida y la llevó al gabinete. ¿Cómo te va, chiquita? ¿Bien, eh?
¡Pero ese hombre!... De ese hombre... nada. La voz de doña Petronila se había oído cuando el Magistral avisó que llegaba. Hablaba desde lejos la señora de Rianzares, que decía: Allá va, allá va el señor Magistral, está en mi gabinete solo, repasando su sermón sin duda....
A los pocos momentos apareció el rostro pálido y suave de Josefina. Paseó sus ojos tristes por la sala, y a una seña de su madrina dirigió sus pasos al gabinete. Al cruzar por detrás del conde, volviose éste a medias y le echó una mirada rápida y ansiosa, que no pasó inadvertida a la sagacidad de sus interlocutores. La niña levantó sus ojos hacia él, brillando con sonrisa feliz.
»Y vamos a otra cosa. Mi primo Nacho debe de estar aquí dentro de quince o veinte días: nos ha escrito ya su llegada a Inglaterra. Con este motivo le hemos arreglado su gabinete del mejor modo que nos ha sido posible con los pocos recursos que hay a mano. Yo creo que ha quedado muy bien; pero a papá todo le parece poco para ese sobrino...
En la sala contigua al gabinete viejo estaban los socios de costumbre, los que no jugaban a nada y los seis que jugaban al ajedrez. Estos habían colocado el respectivo tablero junto a un balcón, para tener más luz. En el fondo de la sala parecía que iba a anochecer.
Beatriz le dijo, desasiéndose suavemente , todo esto era para mí tan imprevisto.... que ya ves... he perdido la calma... casi la razón... Deja que me recoja un poco en mí mismo, te lo ruego... Desconfiarías con fundamento de mi resolución tomada bajo el imperio de emoción semejante... Ven, vuelve a tu gabinete... Vendré a buscarte dentro de un momento y entonces hablaremos seriamente.
La traidora dormía tranquilamente sin curarse de él. ¿Aquel deseo de reconciliación era, pues, una farsa? ¿Venía a buscar dinero solamente? ¡Qué miserable! ¡Qué mujer tan odiosa! Empleando todas las precauciones imaginables, levantó el pestillo de la puerta y empujó. Tenía el pasador echado por dentro. Entonces se fue a la puerta del gabinete. Aquélla estaba abierta.
Se encerraron en el gabinete, donde ya tenían preparadas las ropas necesarias, y sin un grito, sin un movimiento descompasado, sin la más leve queja, salió aquella valiente mujer de su cuidado. El conde lloró de gozo y admiración al saber este feliz desenlace. Luego, cuando recibió por Jacoba la orden de llevar la niña al portal de Quiñones, volvió a sentirse acongojado.
En esto salía ya del gabinete la bella convidadora; habíase secado el manantial de sus lágrimas. Adiós, y no falte usted a la noche dijo misteriosamente una voz penetrante y agitada. Descuide usted; dentro de medía hora enviaré a Pepe respondió una voz ronca y mal segura. Bajó los ojos la belleza, compuso sus blondos cabellos, arregló su mantilla, y salió precipitadamente.
Petra dijo, mientras levantaba el mantel: Si la señorita quiere algo... yo también pienso ir mañana al ser de día a Vetusta... tengo que ver a la planchadora... si quiere que lleve algún recado... a la señora Marquesa... o.... Sí: llevarás dos cartas; las dejaré esta noche sobre la mesa del gabinete y tú las cogerás mañana, sin hacer ruido, para no despertarnos. Descuide usted.
Palabra del Dia
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