Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de junio de 2025


Y había salido de su ensueño conmovida para siempre, con la convicción de que no se realizaría nunca, pero viéndolo a él como un hombre distinto a todos los otros del buque, sintiendo una turbación en su pecho y en sus ojos, un temblor en las piernas, una música lejana en los oídos cada vez que Fernando se aproximaba para hablarla... Luego ¡qué de penas viéndole con aquella señora tan elegante, tan altiva, que parecía burlarse de ella con los ojos!... El ensueño no se realizaría nunca; una ilusión imposible, como tantas otras de su pobre existencia... Y cuando había perdido toda esperanza, era él, ¡él! quien avanzaba en la noche con palabras de poesía, igual a un príncipe magnífico y clemente, y la estrechaba entre sus brazos y buscaba su boca, haciéndola estremecerse como una sierva de amor. ¿Qué había en su persona para merecer esta dicha, pobre, fea, mal vestida, entre tantas mujeres bellas y felices, y arrastrando además cual una cadena su pasado de miseria?...

Pero lo que a Juanito le encantaba más en su parroquiana era la sonrisa y aquella dentadura que en el fondo carmesí de la boca brillaba nítida, igual, sin una picadura, sin una pieza saliente, como esas muestras perfectas que los dentistas colocan en sus escaparates. Esta amistad, que se estrechaba por encima del mostrador, iba siendo una necesidad para los dos.

Reynoso sonrió aplicando sobre sus mejillas algunos besos prolongados. Es que estás nerviosa, hija mía. , muy nerviosa. Voy a llamar para que te traigan una taza de tila con azahar. Elena se opuso resueltamente. Se encontraba bien; no necesitaba otra cosa que tranquilidad y sentirle cerca de . Y se estrechaba contra él y le apretaba la mano y de vez en cuando la llevaba a sus labios.

El gran maestre de Malta estrechaba la mano del terrible Dragut al verle cautivo. El hombre mediterráneo, fijo en las orillas que le vieron nacer, aceptaba todos los cambios de la Historia, como los moluscos aguantan las tempestades adheridos al peñasco. Para él, lo único importante era no perder de vista su mar azul.

Ninguna conversación vale lo que tu silencio, ninguna música lo que tu voz, ningún rumor más suave ni más grato que el de tus menudos pies sobre la alfombra, ningún espectáculo más delicioso que el de tu cabellera rubia cuando la dejas caer sobre la espalda... ¡No busco, no quiero, no necesito más en este mundo! Y al pronunciar estas palabras la estrechaba contra su pecho.

Y sencillamente Chemed tomaba la mano del inocente mozo, y la estrechaba entre las suyas y la retenía en cautividad, equilibrando el calor superior que había en las de ella con el calor que él tenía en su mano. Todavía se puso más interesante y bonito Mutileder cuando habló con efusión del eterno amor y de la fidelidad que él y Echeloría se habían jurado.

El único que seguía como estaba, paseando o fumando, con las manos en los bolsillos, era Miguel. El general se descubría al entrar, y con afectada amabilidad, daba las buenas noches. ¿Cómo siguen VV., señores? Al ver a Miguel en actitud un poco displicente, fruncía levemente las cejas; pero dominándose en seguida, se apresuraba a saludarle; Miguel le estrechaba la mano sin ceremonia.

Dilatábase su pecho, por tanto tiempo oprimido, como si quisiera hacer provisión del aire puro que respiraba. Desde su asiento alcanzaba a cortar las flores que echaba a brazadas sobre su regazo, las estrechaba contra su seno y las besaba como amigas de las cuales la separase una larga ausencia que la hubiese hecho temer no volverlas a ver ya.

Me hallaba sentado a mi mesa de trabajo, me estrechaba la mano y ganaba su cuarto tarareando algún fragmento de ópera. Al otro día volvía a empezar sin ostentación, ingenuamente convencido de que era excelente aquel austero régimen de vida. Al cabo de algunos meses ya no podía más.

Y tan afligida como su amiga, estrechaba entre las dos suyas una de sus manos, mientras la de Butrón, sin quitarse el pañuelo del rostro, cual si la vergüenza, al par que las lágrimas, la ahogaran, tartamudeaba: Pepe..., el pobre..., es tan violento...

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando