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Actualizado: 14 de julio de 2025
Hasta una mujer, «Pepa la Gallega», la cocinera del estanciero don Lucas, habíase también esfumado una noche, como llevada por el diablo... El diablo debía andar sin duda metido en el asunto. Sería el padrino o el compadre del ogro... Y como tenía padrino, tenía también el ogro su nombre propio. Llamábasele «el Chucro», sin que nadie supiese quiénes, cuándo y cómo lo bautizaran.
Una noche, á la hora de la cena, no pudo contenerse, y habló con la vehemencia febril del que ha hecho un gran descubrimiento: Papá: Karl es noble. Pertenece á una gran familia. El estanciero hizo un gesto de indiferencia. Otras cosas le preocupaban en aquellos días.
Ella enseña a sus amigos las marcas de los golpes; él oculta los arañazos bajo una capa de polvos, pero afirma con un rencor balbuciente que se lo contará todo a su hermano el mayor, el único equilibrado de la familia, un centauro de la Pampa, un estanciero, al que respeta el padre, adora la madre y tiene un miedo horrible la hermosa Nélida. Cuando habla de él se pone pálida.
Los blancos, descendientes de los señores feudales del pasado, dueños de las capitales, de la fuerza inicial, de la cultura, pretendieron dirigir la masa oscura y tratarla, poco más o menos, como en nuestras pampas trata el estanciero a los gauchos, en todo lo que a política se refiere.
Mi amiga es rica por sí y por su marido, aunque ha venido un poco a menos, cómo ella misma explica en su carta, debido a dos causas coincidentes: el excesivo gasto del matrimonio en Buenos Aires y ciertas especulaciones malogradas por la crisis. La fortuna de Rosalía arranca de su abuelo, el vasco Arregui, hombre tenaz y laborioso, que empezó de alambrador de campos y terminó en gran estanciero.
Luego, mirando á Canterac que le seguía apuntando, cruzó sus brazos, apoyó en el pecho la pistola inútil y presentó de frente todo su cuerpo, con loca jactancia, cual si desafiase á la muerte. Moreno se agarró á un hombro de Rojas, obligado por su ansiedad á buscar un apoyo. El estanciero apretaba los labios. ¡Pucha!... Lo va á matar dijo entre dientes.
Allí la tumba pomposa de un estanciero... muchas leguas de campo, muchas vacas; los cueros y las lanas han levantado ese mausoleo que no es ni el de Moreno, ni el de García, ni el de los guerreros, ni el de los grandes hombres de letras. Allí la regia sepultura de un avaro, más allá la de un imbécil... la pompa siguiéndolos en la muerte.
Calló también el estanciero, mirándolo interrogativamente. ¿Y qué tenía que ver él con todo esto?... ¿Acaso había hecho el viaje por el simple placer de darle tal noticia?... Canterac dijo el oficinista tiene por padrinos al marqués de Torrebianca y al gringo Watson. Como los dos son ingenieros, no pueden negar un servicio tan importante á un camarada. A Rojas le pareció esto muy natural.
Por cuenta propia, espiaba al personal, delatando sus descuidos y defectos. Este servicio no entusiasmaba á su jefe inmediato, pero lo agradecía como una muestra de interés por el establecimiento. El viejo estanciero alababa su adquisición como un triunfo, pretendiendo que su yerno la celebrase igualmente.
Tú, gabacho, eres como yo... muy serio, y te morirías de hambre antes de pasar por ciertas cosas. Por eso te digo que resultan temibles. El estanciero, después de una corta reflexión, añadió: Tal vez no son tan buenos como parecen. Hay que ver cómo tratan á los que están debajo de ellos.
Palabra del Dia
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