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Actualizado: 29 de junio de 2025


Acertó a pasar por allí la Virgen y le dijo: «¿Por qué no entras, hijo míoEl niño respondió que no quería entrar si no entraba su padrino, y San Pedro dijo que eso era pedir imposibles. Pero el niño se puso de rodillas, cruzó sus manecitas y lloró tanto que la Virgen, que es Madre de la misericordia, se compadeció de su dolor.

Como sigas así gritaba el buen comerciante, escandalizado , te pongo en la puerta y... ¡buen viaje! Me has engañado. sirves para cómico, y a no me gustan farsas. Merchorico, por última vez lo digo. El año que viene entras en quinta; o sientas esa cabeza o te abandono, y el demonio que se encargue de tu suerte.

¡Miau! ¡Miau! respondió Fierabrás, sin abandonar la posición cuadrúpeda, comenzando a dar vueltas en torno a su esposa y a frotarse contra ella, como un gato que quiere ser acariciado. ¿No te dará vergüensa argún día de ser el hasmerreí der barrio? ¿No tendrás argún día compasión de tus pobresitos hijos? ¡Miau! ¡Miau! ¡Quita ayá, bandolero! ¡Vamos a ver cómo entras ahora mismito! ¡Miau! ¡Miau!

No qué demonio de escoba misteriosa hay en estos ámbitos para el dinero. En cuanto entras en ellos con guita, te la barren, a pocos deseos que traigas de probar fortuna. Créete que, en buena ley, esto debía arder por los cuatro costados. ¿Por qué lo frecuentas, si tan malo te parece? Porque no otra cosa; porque somos así todos los que aquí venimos. ¡Ay, Manolo!

Ten presente que no lo mereces, porque ellas son personas muy principales y virtuosas, libres del contagio del día. Haz cuenta que entras en un santuario. No había remedio. La fatal determinación, que, sin conocerla, había asustado tanto á la huérfana, estaba irremisiblemente tomada.

«Señor respondió el soldado , he visto a vuestra majestad salir solo del campo, e inferí su intento; he temido algún lazo y he venido a defender a su persona.» «¿Solo?», preguntó el rey. «Señor continuó el soldado , ¿vuestra majestad y yo, acaso no bastamos para doscientos moros?» «Saliste de mis reales soldado dijo el rey y entras en ellos duque de Alba

Debí regalarte una cama, pues nos has servido bien, querías mucho á mi mujer, quieres á mis hijos, y en tantos años que entras aquí jamás nos has robado ni el valor de un triste clavo. Pues bien: si entonces no se me pasó por la cabeza socorrerte, ahora

Cuando llegue el padre Gracián, entras y si duermo, me despiertas.... Hoy no como. Pasada la hora de la siesta vino el padre Gracián. Era un mocetón de alta estatura, de treinta y ocho o cuarenta años de edad, moreno, los labios gruesos, la nariz aberenjenada, áspero el pellejo y curtido, como formado expresamente por Dios para resistir a los abrasadores climas del trópico y a los hielos polares.

Bajaron la escalinata que conduce a la fuente, y en la puerta del templo, Pepe, que iba fumando, dijo: Aquí te espero, no tardes; déjame los sacos. ¡Ah! ¿no entras? Tirso penetró solo en la iglesia y Pepe se quedó mirando cómo los aguadores llenaban las cubas en la fuente.

5 No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a heredar la tierra de ellos; mas por la impiedad de estos gentiles el SE

Palabra del Dia

rigoleto

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