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Actualizado: 29 de junio de 2025
Me dejé meter en las Micaelas y me dejé casar... ¿Sabes tú cómo fue todo eso?, pues como lo que cuentan de que manetizan a una persona y hacen de ella lo que quieren; lo mismito. Yo, cuando no se trata de querer, no tengo voluntad. Me traen y me llevan como una muñeca... Y ahora, créete que me entran remordimientos de engañar a ese pobre chico. Es un angelón sin pena ni gloria.
Créete que ha venido Dios a vernos, y si ahora no nos portamos bien, merecemos que nos arrastren. Fortunata hubiera dicho para sí: «¡Vaya un moralista que me ha salido!» pero no tenía noticia de esta palabra, y lo que dijo fue: «Ya estoy de misionero hasta aquí», usando la palabra misionero con un sentido doble, a saber: el de predicador y el de agente de aquello que Rubín llamaba su misión. ix
Ya se levantaba, ya se revolvía, echaba las piernazas fuera de la cama, y los brazos como aspas de molino... ¡Luego unas voces y unos berridos...! Ya sabes el diccionario que gasta... Y a lo mejor se quedaba como un gato que acecha, los ojos como ascuas, y hablando bajito, bajito, y señalando para la mesa en que está el altar y la lamparilla, decía: «Mírenlo, mírenlo; allí está». ¡A mí me daba un miedo...! Prefería oírla gritar... Créete que me horripilaba cuando le veía señalar a la luz y al altarito.
Y créete que lo poco que hice tiene mérito, porque en mí es un sacrificio cualquier niñería de este género, mientras que en esa señora no lo es, por estar muy acostumbrada a revolverse entre enfermos y difuntos, como las hermanas de la caridad. Habías de verla. Y siempre con su carita tan sonrosada, y aquel pasito ligero y vivaracho.
No sé qué demonio de escoba misteriosa hay en estos ámbitos para el dinero. En cuanto entras en ellos con guita, te la barren, a pocos deseos que traigas de probar fortuna. Créete que, en buena ley, esto debía arder por los cuatro costados. ¿Por qué lo frecuentas, si tan malo te parece? Porque no sé otra cosa; porque somos así todos los que aquí venimos. ¡Ay, Manolo!
Tenlo por cierto, y alguno de los coches que se sienten por ahí, créete que es el suyo. No seas tonta... no digas burradas replicó la otra palideciendo . No puede ser... Porque mira tú, él cayó con la pulmonía en Febrero... Bien enterada estás. Lo sé por Feliciana, a quien se lo contó, días atrás, un señor que es amigo de Villalonga.
Créete que me he hecho muy avaro de palabras, desde que he caído en la cuenta de que no las merecen la mayor parte de los hombres a quienes trato. ¡Dichoso tú si piensas todavía de otro modo! Diciendo esto, se iba incorporando Casa-Vieja y levantándose de su asiento. En seguida pidió su abrigo. Ahora... añadió perezosamente. ¿A casita? le interrumpió con socarronería su amigo.
Palabra del Dia
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