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Gritó la chusma toda: al mar se arroje, Vaya Lofraso al mar sin resistencia. Por Dios, dixo Mercurio, que me enoje. Cómo? y no será cargo de conciencia Y grande echar al mar tanta poesia? Puesto que aqui nos hunda su inclemencia? Viva Lofraso, entanto que al dia Apolo luz, y entanto que los hombres Tengan discreta alegre fantasia.

FELIC. Yo lo estoy de tal manera, Mi señor, cuando estáis fuera, Por vos, como sabe Dios. No hay cosa que no me enoje; El sueño, el descanso dejo: No hay liebre, no hay vil conejo Que fiera no se me antoje. D. TELL. En los montes de Galicia, Hermana, no suele haber Fieras, puesto que el tener Poca edad, fieras codicia.

Dígoos, exclamó Cervantes, que mi esposa sois, que de otra manera ser no puede, porque ni yo puedo olvidarme de los buenos padres de que vengo, de la honra que de ellos he recibido, ni de la religión ni de la crianza que me han dado, ni de mi propio honor, ni de mi corazón propio, que vuestros son tanto como míos; y porque yo tenía ciertos empeños, aunque no de honra, con doña Guiomar, y en su casa estamos, y en ella os tiene amparándoos, y amparándoos a vos a me ampara, y por ello, no sólo respeto, sino agradecimiento la debemos, dejadme hacer, y nada de lo que hacer me viereis os extrañe, os ponga en cuidado, ni os enoje; que todo será buscando el camino para salir a buen lugar y honrado; y en esto cesemos, que ya por entre aquellas espesuras me parece haber visto a doña Guiomar que se acerca.

33 Y entró Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló, y salió de la tienda de Lea, y vino a la tienda de Raquel. 35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; porque tengo la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.

CABR. El que llegare más presto, Basta. NARV. Ninguno me enoje. ESPIN. Perdona, que no hay remedio. PER. Baja y la boca le rompe. NARV. ¡Por vida del Rey! PER. No jures. NARV. ¡Ah, señores! ¡Ah, señores! Bájense todos. PÁEZ. Permíteme, Alcaide ilustre, Que de una almena le ahorque. CABR. Dame licencia, señor, Que las narices le corte. ARR. Basta, que vienen todos los cristianos.

Sucedió que un día entraron dos puercos del mejor garbo que vi en mi vida. Yo estaba jugando con los otros criados, y oílos gruñir, y dije al uno: -Vaya y vea quién gruñe en nuestra casa. Fue, y dijo que dos marranos. Yo que lo , me enojé tanto que salí allá diciendo que era mucha bellaquería y atrevimiento venir a gruñir a casa ajena.

Oye la carta acusadora de tu tío, y oye la contestación que le di, documento importantísimo de que he guardado minuta. D. Pedro sacó del bolsillo unos papeles y leyó lo que sigue: Carta del deán. «Mi querido hermano: Siento en el alma tener que darte una mala noticia; pero confío en Dios que habrá de concederte paciencia y sufrimiento bastantes para que no te enoje y acibare demasiado.

Yo, que lo , me enojé tanto, que salí allá diciendo que era mucha bellaquería y atrevimiento venir a gruñir a casas ajenas; y diciendo esto, envaséle a cada uno a puerta cerrada la espada por los pechos, y luego los acogotamos; y por que no se oyese el ruido que hacían, todos a la par dábamos grandísimo gritos como que cantábamos, y así espiraron en nuestras manos.

Está bien, don Reservado; quiere decir que no me importa lo que te agrade o enoje. ¿En qué puedes fundar el no haberme dicho que trabajabas en una imprenta desde que te viste obligado a dejar la carrera?

Que me enojé cuando vi Que entre las aguas me vió. ¿Qué buscas por los cristales Destos libres arroyuelos, Sancho, que guarden los cielos, Cada vez que al campo sales? ¿Has hallado unos corales Que en esta margen perdí? SANCHO. Hallarme quisiera a , Que me perdí desde ayer; Pero ya me vengo a ver, Pues me vengo a hallar en ti. ELVIRA. Pienso que ayudarme vienes A ver si los puedo hallar.