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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Mas he aquí que un día, al bajarse Timoteo para recoger un corcho que se había caído al suelo, vio don Pantaleón en su cuello una mancha encarnada que al punto le pareció de carácter herpético. Nada dijo por entonces. Procuró con maña cerciorarse. Pronto logró averiguar que Timoteo, en efecto, padecía de herpetismo.
¡Había de marchar sin decirle adiós, señor!... ¿Qué idea tiene de mí? exclamó la zalamera morenita anudando sobre la cabeza su pañolito de seda encarnada y retocándose los rizos frente á un espejillo mal azogado. Has de decirle á tu abuelo que si uno de los molares está casi inútil, como me mandó á decir, puede renovarlo y que me lo ponga en cuenta.
Parece que va a haber tumulto me dijo Presentación . ¡Cielos divinos! Se levanta a hablar otro predicador... Pero si es Ostolaza... ¿no le ve usted?, el mismo Ostolaza. ¿No ve usted su cara redonda y encarnada?... Si su voz parece una matraca... y ¡qué gestos, qué miradas!...
¡Santorcaz! exclamó la dama, poniéndose encarnada y después pálida como una difunta. ¿Quién? ¿Quién has dicho? Don Luis de Santorcaz, señora; un caballero castellano que ha venido ahora de Francia. Amaranta parecía sentir una emoción profunda.
Tuvo miedo de ponerse encarnada, de que le temblase la voz al contestar al cortés saludo de Mesía. Miró a su marido, algo asustada, pero Quintanar estrechaba la mano de don Álvaro con cariñosa efusión. Le era muy simpático, y aunque se trataban poco, cada vez que se hablaban estrechaban los lazos de una amistad incipiente que amenazaba ser íntima y duradera.
Dentro estaba la cinta del justillo de Demetria, una cinta encarnada con sus herretes dorados en los cabos. Este es el grande y tierno testimonio que las nobles doncellas asturianas suelen dar de su amor. Nolo, embargado de emoción, durmió con él debajo de la almohada y en la primera romería llevó la preciada cinta colgada de los botones de su chaleco. Jacinto no era tan afortunado en sus amores.
Lo ignoro. Pero ella se puso muy encarnada y creció su rubor cuando vio que yo bajaba y me acercaba a ellas. Y cuando mi tía, después de darme un beso, le pasó mi corona invitándola a felicitarme, se desconcertó por completo. No estoy bien seguro de lo que me dijo para atestiguar que experimentaba una gran satisfacción y me felicitó en los términos que son de uso. Su mano temblaba levemente.
Yo preferí emplearlo en otra cosa». Al decir esto Isidora se puso muy encarnada. Su lengua estaba torpe. «Se turba usted... No me turbo, no» dijo ella subiéndose de un salto a la cúspide de su orgullo y contemplando desde allí la cólera mezquina de Botín.
Crearán la vanidad y el amor propio: el noble bruto que dormía tranquilamente las veinticuatro horas del día, se desvelará ante la fantasma de una distinción; y al hermano, a quien sólo mataba para comer, matarále después por una cinta blanca o encarnada.
¡Eh! ¡por Nuestra Señora del Pilar! exclamó indignado el hombre de la ropilla encarnada; ¿mirará usted como un crimen su desgracia? ¿Es culpa suya si, cuando vino al mundo, un padre odioso y criminal le hizo mutilar por mano mercenaria, cimentando su fortuna y su porvenir sobre el oprobio y la vergüenza de su hijo?
Palabra del Dia
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