Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de junio de 2025
Cuatro sillas. MÁXIMO, trabajando en un cálculo, con gran atención en su tarea; ELECTRA en pie ordenando los múltiples objetos que hay sobre la mesa; libros, cápsulas, tubos de ensayo, etc. Viste con sencillez casera y lleva delantal blanco. MÁXIMO. Para mí, Electra, la doble historia que me has contado, esa supuesta potestad de dos caballeros, es un hecho que carece de valor positivo.
ELECTRA. No vengas, hombre... por Dios, no vengas. Di que sí. MÁXIMO. ¡Ah! No te libras de mí. Chiquilla loca, tú tendrás juicio. Salen Máximo y el Marqués por el jardín. ELECTRA, EVARISTA, DON URBANO, PANTOJA, CUESTA, JOS
ELECTRA. Claro: ¡qué saben ellos...! MÁXIMO. Cuidado, Electra: con la conversación no te me equivoques en el peso. ELECTRA. ¡Equivocarme yo! ¡Qué tonto! Tengo yo mucho tino, más de lo que tú crees. MÁXIMO. Ya, ya lo voy viendo. ELECTRA. Dios, que ve los corazones, sabe que en esto no hay ningún mal. ¿Por qué no han de permitirme que esté aquí todo el día, cuidándote, ayudándote...?
ELECTRA. No hay ángeles, no, no... Oigo mi nombre, oigo el bullicio de los niños, que remueve toda mi alma. Son los hijos del hombre, que alegran la vida. Hermana Dorotea, diga usted a la Hermana Guardiana que vigile la puerta de la calle Nueva y la de la Ronda. DOROTEA. Voy, señor.
Su rostro entre las tocas blancas; su cuerpo, cubierto de las estameñas obscuras, tenían una majestad, una belleza que no puede imaginar quien no la vio... EVARISTA. ¡Pobre niña, no delires!... ELECTRA. Al llegar cerca de mí, alargaba sus brazos como si quisiera cogerme. Me hablaba con una voz muy dulce, lejana, escondida... no sé como explicarlo. EVARISTA. Sigue, hija, sigue.
Allí, juntas las dos, juntas mi madre y yo, yo le contaré mis penas, y ella me dirá las verdades... las verdades. Es la ocasión. Aprovechémosla. EVARISTA. Hija mía, te llevaremos a la paz, al descanso. MÁXIMO. No es esa la paz. El descanso y la razón están aquí. ELECTRA. Máximo, adiós. No te pertenezco: pertenezco a mi dolor... Mi madre me llama a su lado. MÁXIMO. ¡Su voz!
Electra, tú, juguetona y risueña, ¡cuán llena de vida y de esperanzas, y la ciencia qué yerta, qué solitaria, qué vacía! Aquí está lo bueno. MÁXIMO. ¿A ver, a ver qué has hecho? ¡Arroz con menudillos! La traza es superior. ELECTRA. Elógialo por adelantado, que está muy bien... Verás. MÁXIMO. Se me ha metido en mi casa un angelito cocinero...
Hermana... no te alejes de mí. DOROTEA. Este instante decide de tu suerte. Volverás al mundo... verás a Máximo. ELECTRA. ¿Cuándo? Mi madre me llama. Al sonar las últimas palabras de Electra, aparece la Sombra de Eleuteria, hermosa figura vestida de monja. ELECTRA, LA SOMBRA DE ELEUTERIA, que vagamente se destaca en la obscuridad del fondo. Electra avanza hacia ella.
Por de pronto, sólo usted debe saber mi resolución. ELECTRA. Pero... Y ahora, Electra, ¿querrá usted a este pobre enfermo, que tiene los días contados? ELECTRA. Sí... ¡Es tan fácil para mí querer! Pero no hable usted de morirse, Don Leonardo. CUESTA. Me consuela mucho saber que usted me llorará. ELECTRA. No me haga usted llorar desde ahora... Adiós, hija mía. CUESTA. El de amigo no más. Adiós.
Lloraba echándome los brazos... yo le prometí volver. Señorita, señorita... ELECTRA. Entra. ELECTRA. Estamos solas. PATROS. No hay ocasión como ésta, señorita. Ahora o nunca. ELECTRA. ¿Vienes de allá? PATROS. De allá vengo... Muchos señores que dicen números... millones y cuatrollones... Adentro, nadie. PATROS. Fuera miedo. ELECTRA. ¡Virgen del Carmen, protégeme! PATROS. Podría ser.
Palabra del Dia
Otros Mirando