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Actualizado: 4 de junio de 2025
ELECTRA. Y sobre todo mucha paciencia, aplicando los cinco sentidos... De otro modo, no adelantamos nada. GIL. Voy... ELECTRA. Y pronto... No descuidarse... ¡Vaya! Aquí tienes. MARIANO. Para fundir... MÁXIMO. ¿Habéis preparado el horno? MARIANO. Sí, señor. MÁXIMO. Ponlo inmediatamente, y en cuanto esté en punto de fusión, me avisas.
ELECTRA. Que active usted la fusión, Mariano... que queden los metales bien juntitos. MARIANO. Los dos en uno, señorita. ELECTRA. Dos en uno. Ahora, mi graciosa discípula... ELECTRA. Perdone usted, señor mágico. Tengo que ver si han despertado los niños. MÁXIMO. Es verdad. ¿Cuánto hace que comieron? ELECTRA. Tres cuartos de hora. Deben dormir media hora más. ¿Está bien dispuesto así?
ELECTRA. Sí pasan, sí pasan... pero algunos van tan abstraídos mirando al suelo, que no ven el hermoso fruto que les dice: «Cógeme, cómeme.» Y bastaría que por un momento se apartasen de sus afanes, y alzaran los ojos... Como alzar los ojos, yo... ya miro, ya... ELECTRA, MÁXIMO; MARIANO, por la izquierda. MARIANO. Señor... MÁXIMO. ¿Qué? MARIANO. ¡Al rojo vivo! ELECTRA. ¡Ah, la fusión!
PANTOJA. Un deber con móviles terrenos y fines accidentales. El deber mío se mueve por una conciencia tan fuerte y dura como los ejes del Universo, y mis fines están tan altos que tú no los ves, ni podrás verlos nunca. MÁXIMO. Súbase usted tan alto como quiera. A lo más alto iré yo para decirle que no le temo, ni Electra tampoco. PANTOJA. Caprichudo es el hombre.
Allí, ya fuese por abreviar, ya por embellecer el nombre, dieron en llamarla Electra, que es grande novedad. MARQU
Te haré comprender mejor la grandeza de este cariño diciéndote que por evitarte un padecer leve, tomaría yo para mí los más espantosos que pudieran imaginarse. Abnegación es eso. PANTOJA. Considera cuánto padeceré ahora viendo que no puedo evitarte una penita, un sinsabor... ELECTRA. ¡A mí! PANTOJA. A ti. ELECTRA. ¡Una penita...!
ELECTRA. Bromas impertinentes quizás, porque Máximo es muy serio... ¿Cree usted, señor mío, que debo yo volverme muy grave? MARQU
ELECTRA. ¿Y qué le dices, hombre? MÁXIMO. Hablo con el tío... Bueno: supongamos que has hablado ya con todos los tíos del mundo... Después... MÁXIMO. No te importe el procedimiento. Ten por seguro que te tomaré bajo mi amparo, y una vez que te ponga en lugar honrado y seguro, procederé al examen y selección de novios. De esto quiero hablar contigo ahora mismo. ELECTRA. ¿Me reñirás?
Gracias a mí, Electra, no se verá roto el hilo que une a cada criatura con las criaturas que fueron, y con las que aún viven... Y si hoy me determino a plantear esta cuestión, es porque... porque hace tiempo que me asedia el temor de las muertes repentinas. Mi padre y mi hermano murieron como heridos del rayo. No me sorprenda la muerte dejando a esta preciosa existencia sin amparo.
EVARISTA. ¿Y ello ha de ser pronto? PANTOJA. Al instante... EVARISTA. Bien. PANTOJA. Mande usted la carta sin pérdida de tiempo. Paréceme que ya vienen... PANTOJA. Pronto, amiga mía. EVARISTA. Ya voy... Dios nos inspire a todos. PANTOJA. Seré con usted. PANTOJA, oculto; ELECTRA, DON URBANO, el MARQU
Palabra del Dia
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