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Actualizado: 4 de junio de 2025
Sentémonos aquí antes de entrar en el camino real. Es lo mejor que podemos hacer. Choto, ven aquí. Los tres se sentaron. Si está esto lleno de flores... dijo la Nela . ¡Madre!, ¡qué guapas! Cógeme un ramo. Aunque no las veo, me gusta tenerlas en mi mano. Se me figura que las oigo. Eso sí que es gracioso.
Los otros han engañado y extraviado a la humanidad, contándola mil mentiras y embelecos. Cógeme a tal o cual guerrero, al poeta A o al prosista B. ¿Qué han hecho por el pueblo? Nada. Su celebridad se acabará también, porque se suprimirá la Historia.
ELECTRA. Sí pasan, sí pasan... pero algunos van tan abstraídos mirando al suelo, que no ven el hermoso fruto que les dice: «Cógeme, cómeme.» Y bastaría que por un momento se apartasen de sus afanes, y alzaran los ojos... Como alzar los ojos, yo... ya miro, ya... ELECTRA, MÁXIMO; MARIANO, por la izquierda. MARIANO. Señor... MÁXIMO. ¿Qué? MARIANO. ¡Al rojo vivo! ELECTRA. ¡Ah, la fusión!
Las garrochas que llevaban al hombro eran tan gigantescas en la sombra, que su línea obscura perdíase en el horizonte. A un lado brillaba el curso del río como una lámina de acero enrojecida medio oculta entre hierbas. Doña Sol miró a Gallardo con ojos imperiosos. Cógeme de la cintura. El espada obedeció, y así marcharon, con los caballos juntos, unidos los dos jinetes del talle arriba.
De repente se quejó del zumbido de sus orejas, que parecía enloquecerla, del hormigueo que sentía en su cuerpo, de la rigidez que inmovilizaba sus miembros. Todo rueda gimió . Ruedan las paredes... se abre el piso... un agujero muy negro, ¡muy negro! Isidro, cógeme... agárrame, que me caigo... ¡que me caigo!
2 Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. 3 Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo, y cógeme caza; 4 y hazme guisados, como yo amo, y tráemelo, y comeré; para que te bendiga mi alma antes que muera. 5 Y Rebeca oyó, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para coger la caza que había de traer.
¡Eh! ¡vive Dios! ¡don Francisco! dijo deteniéndose de repente el embozado que adelantaba ; ¿así queréis tratar á quien viene á salvaros? ¡Ah! ¡por mis pecados! ¿conque eres tú, Francisco de Juara? dijo todo admirado Quevedo . ¡Milagro patente que tú hagas una buena acción! Me conviene. Os tengo cogida una palabra. Cógeme primero á mí, y sácame de este atollo. A eso vengo, y por vos esperaba.
Palabra del Dia
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