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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Además, el aislamiento en que vivía, apartaba de ella todo otro objeto que hubiese podido disputar a aquel la preferencia. Don Modesto no estaba en edad de figurar en la palestra de amor; Momo, además de ser extraordinariamente feo, conservaba toda su animosidad contra Marisalada, y no cesaba de llamarla Gaviota; y ella le miraba con el más alto desprecio.
Reproducción: «¿Te vas ya?». «¿Te parece que es temprano todavía?». «¿Vienes el lunes?». «No puedo asegurártelo». «Ya empiezas con tus mañas». «Tú sí que te pones pesada». «No quiero disputar.
Reinaba allí la más amplia libertad de pensamiento; y el médico, que era el constante impugnador del P. Enrique, decía cuanto se le antojaba; pero como todo corazón generoso lleva ingénitamente en su centro la buena crianza, aunque no se la hayan dado, D. Anselmo, ni aun en la fuga del más ardiente disputar, ni en la mayor violencia de sus ataques, se olvidaba de velar y de mitigar su rudeza con la dulzura de la forma.
Aquí apareció nuevamente el Maestro Burguillos, y hasta a su hija Antonia de Nevares, de edad de cinco años, hízola aparecer Lope como concurriendo a disputar los premios de la justa. Por este tiempo ya doña Marta de Nevares debe haber contraído la enfermedad a la vista, de que le resultó una ceguera incurable.
Mucho pudiera argumentarse contra lo que V. dice; pero no quiero disputar, sino consultar. Quiero convenir en que la moral no es ninguna reconditez, y en que no es tan arduo cumplir con ella. Se entiende interrumpió el Padre, para todos aquellos pueblos donde la luz del Evangelio ha penetrado.
Me despertó repentinamente una sensación de frío; el agua chorreaba de mi cabeza, cara y traje, y frente a mí divisé al viejo Sarto, con su burlona sonrisa y con un cubo vacío en la mano. Sentado a la mesa, Federico de Tarlein, pálido y desencajado como un muerto. Me puse en pie de un salto, y exclamé encolerizado: ¡Esto pasa de broma, señor mío! ¡Bah! No tenemos tiempo de disputar.
¿Cuáles, señor? Dos órdenes de prisión. Creo que sean necesarias más. Pues bien, Lerma; decidme vos los que queréis que sean presos, y yo os diré los que quiero tener encerrados y no disputemos más. Señor, yo no disputo con vuestra majestad. ¿Pues qué estamos haciendo hace ya más de media hora? Disputar y no más que disputar. Con que sepamos: ¿á quiénes queréis vos prender? Al duque de Uceda.
Claro que lo ha dicho en broma, como podréis comprender; pero en este mundo especial se toman las palabras en serio. ¡Qué supina ignorancia y sencillez es la de estas muchachas! Hay quien ha oído disputar a dos jóvenes de diez y seis años sobre la nobleza de su origen y la categoría social de sus respectivas familias.
Desde entonces, si mentáis al escribano, os dirán todos: ¿Porras? ¡Si es capaz de disputar con los difuntos! Correctamente vestido de negro, albeándole la camisa, desaliñado el calzado y muy peinada y brillante la profusa barba, era un tipo de los más simpáticos; pero más simpática aún era su charla.
El disputar me gusta mucho. ¿Sabe usted que me estaría aquí las horas muertas oyendo esto? Pero me agradaría que hablaran fuerte y se insultaran, tirándose los bancos a la cabeza. Alguna vez... Pues yo quiero venir ese día. ¿Se anunciará por carteles en las esquinas? Nada de eso. La política no es una función de teatro. ¿Y qué es la política? Esto. Ahora me parece que lo entiendo menos.
Palabra del Dia
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