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Actualizado: 30 de abril de 2025
Verdaderamente, era para ella una desgracia llamarse Albornoz, porque de ser su nombre menos ilustre, hubiera corrido a la capital del antiguo reino de los Esteban y Vladimiros a disputar el premio de la hermosura a Cornelia Szekely, la húngara laureada.
Caballero, no venimos aquí a disputar, venimos a ejercer la caridad.... Condicional... ¡Qué condicional, ni qué calabazas! gritó doña Petronila, que no comprendía por qué se había de tener tantos miramientos con un ateo loco . Usted no tiene añadió autoridad alguna en esta casa; esta señorita es hija de don Santos y con ella y con él es con quien queremos entendernos.
En llegando á estas no se ha de pasar mas adelante, porque son evidentes por sí mismas, y en viéndolas no hay entendimiento que no quede asegurado y convencido: de modo, que dicen bien los Escolásticos, que no se ha de disputar con los que niegan los principios, y que lo que es por sí mismo claro, no necesita de pruebas.
Una verdadera fortuna: el señorito era hombre de gusto, un inteligente que no reparaba en el dinero para disputar a los más ricos del Círculo Caballista la posesión de un buen ejemplar. Hasta a su primo don Pablo le había arrebatado la posesión de un caballo famoso.
Mientras durará el mundo y se honrarán las letras, saldrán al público Escritores que estas mismas cosas las dirán de otra manera, acomodándolas á los oidos de su siglo; pero si alguno quisiese introducir en las Escuelas diferente arte de raciocinar y de disputar, acaso podrá engañarlas con la novedad, mas no ha de poder lograr que dure mucho.
No la discutimos ni sostenemos, porque ya lo dijo San Pablo con su inmenso talento: «Nunca disputéis con palabras, porque para nada sirve el disputar»; y Mr. Joubert afirma también «que el trabajo de la disputa excede con mucho a su utilidad». El toro estaba todavía enseñoreándose solo, como dueño de la plaza. En la concurrencia dominaba un sentimiento de terror.
Luisa Noel llamó sonriendo á dos criados, y nos envió al hotel del Tirol, calle de Montmartre, á cincuenta pasos de la calle Vivienne. Eran las siete y media de la tarde. Llegamos al hotel del Tirol; pero este hotel, en medio de las cosas buenas que pueda tener, y que no le quiero disputar, tiene una escalera tan estrecha, tan nimiamente estrecha, que me resolví á no subirla.
Tengamos sólo por cierto, para no disputar con el señor Sankarachária, que, antes de que apareciese la raza blanca, hubo otras razas que progresaron y se elevaron a no pocos grados de civilización. Así la raza negra, la amarilla y la raza de piel roja, cuyos individuos se llamaron atlantes y se esparcieron por el mundo cuando la Atlántida se hundió.
Preocupado y de peor humor a cada instante, torcía el gesto cuando algún cura entraba en su despacho frotándose las manos de gusto, a noticiarle adhesiones, caza de votos. ¡Qué elecciones aquéllas, Dios eterno! ¡Qué lid reñidísima, qué disputar el terreno pulgada a pulgada, empleando todo género de zancadillas y ardides!
Pero admitidos como indudables cierta clase de hechos, queda anchuroso campo para disputar sobre otros y desecharlos, ó darles crédito; y hasta con respecto á los que no consienten ningun género de duda, pueden espaciarse la erudicion, la crítica y la filosofía de la historia, en el exámen y juicio de las circunstancias con que los historiadores los acompañan.
Palabra del Dia
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