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Pegóse Tapón a la roca más lejana, que le cortaba la salida, volviéndose de nuevo muy pálido y asustado, y con el ansia mortal de la zozobra, con la desfallecida voz del miedo, dijo muy bajo: ¿Qué quieres?

Currita, desfallecida y sin alientos, se agarraba ya a la verja de la iglesia de San José; pensó volver atrás, pensó seguir corriendo, pensó gritar pidiendo socorro, pensó morirse allí mismo... Oyó entonces los pitos de los serenos, sintió abrirse algunas ventanas, vio correr por la acera de enfrente un hombre encapuchado, con el chuzo en ristre y el farol en lo alto.

Los compañeros hacían señas de que lo concediese, sobre todo Juanito Pelaez, y dejándose llevar de su mal sino, soltó un «concedo, Padre» con voz tan desfallecida como si dijese: In manus tuas commendo spiritum meum.

Cuando Belarmino pronunciaba un discurso, era de rigor que los oyentes saliesen a la plazuela del Obispo lanzando gritos inflamatorios y blasfematorios. Por eso, algunas gentes devotas maduraban seriamente el plan de convertir a Belarmino. Allí estaba Belarmino, empapado en la tiniebla, desfallecida el alma, atravesando un terrible faraón crónico y cavilando lo que debía hacer.

Con asombro había visto todo lo que había sucedido desde que en el bodegón entró la hermosa indiana, la no menos hermosa Margarita, y con un mayor asombro oyó aquellas palabras; y como con la cólera se le hubiese descompuesto el manto a doña Guiomar, y dejádola al descubierto la incomparable cabeza con aquella su dorada corona de riquísimos cabellos, al ver tanta beldad, y el rubor que por hallarse allí, y hasta tal punto haber llegado, la encendía el purísimo semblante, aficionose a ella, y túvola por buena, y a más por gran señora, que no mostraba menos por su continente y su atavío doña Guiomar, y levantándose a ella fuese, y asiéndola una mano, con voz desfallecida por la enfermedad y por el sentimiento, la dijo: Amparada he sido, y tan generosa y noblemente como pudiera serlo, por este caballero con el cual me habéis hallado; y pues también le conocéis, señora, como se muestra por lo que con él hablado habéis, sin duda habéis también conocido cuánta debe haber sido y ser la desventura en que me ha encontrado; y porque acepto el amparo que me ofrecéis y porque sepáis mis desdichas, a vos me acojo y a vuestra casa os sigo.

Por un segundo se abandonó, desfallecida, a esta imaginación de Julio que sobrevenía para salvarla de Muñoz. Y ambos huían de la pobre Laura. Pero luego estrujó el papel con impaciencia y sonrió con angustia. Raquel se retorcía las manos, consternada. ¡Déjala ir! Si supieras, Raquelita, qué inútil sería también esta carta. A Muñoz no podrás quererlo nunca.

La duquesa dijo con voz desfallecida que ella había visto en Londres, en la galería de madame Toussaud, la guillotina misma en que murió Luis XVI. La señora de López Moreno se llevó la mano a su gordo pescuezo, como si ya sintiese allí el filo de la fatal cuchilla.

Se marchitó como rosa Que su perfume derrama, Como fosfórica llama Un solo instante vivió; Porque faltaba á su alma El aire puro del cielo, Y tomando raudo vuelo Otra atmósfera buscó. Aquellos dos pensamientos Su vida simbolizaban, Ó quizá identificaban Su vida, su alma y su ser, Porque apenas en su pecho Hallaron tibia guarida, Pálida y desfallecida Bajó la marchita sien.

Como la casa de lord Gray era centro de aventuras, y allí entraban con frecuencia hombres y mujeres a distintas horas del día y de la noche, el criado no puso obstáculo a que invadiéramos imperiosamente la casa, y guiándonos a la sala, encendió luces, sin cesar de repetir: El señor no está, el señor no ha venido esta noche. Inés, desfallecida, dejose caer en un sillón.

Admiróse Delaberge al ver con qué egoísta ingenuidad, aquella mujer, que en otros días estuvo tiernamente desfallecida en sus brazos, le despedía ahora para siempre, como tardándole el momento de verse desembarazada de la presencia de su antiguo amante. Mi marcha replicó Delaberge con cierta ironía dependerá en mucho de las disposiciones que tome su hijo de usted en ese asunto de los deslindes.