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Actualizado: 25 de junio de 2025


Segado por el viento de un huracán furioso desciende al frío suelo el cáliz de una flor: tal de los desengaños al sopolo venenoso fugaz se desvanece un sueño encantador. El río solitario, cruzando las malezas, en su áspero camino tropieza sin cesar, y en vez de alegres odas murmura sus tristezas: tal navegan los hombres de la vida en el mar.

A este propósito narraban algunas anécdotas de su infancia y adolescencia que acreditaban esta opinión. Otros, en fin, le tenían por un desdichado, por un hombre a quien los desengaños de su carrera literaria y los profundos pesares domésticos habían llenado el corazón de hiel. Suponían que Montesinos, aficionado a las letras, enamorado de la gloria, había ido a Madrid.

Y como todo se lo dijo ella, Manolo no pudo decir nada, encontrándose, cuando menos pensaba, solo y citado para el día siguiente, á las once, en casa de Pepe de Chiclana. No le pesó mucho. Aunque harto de desengaños y dolorida el alma, aún rebullía en su corazón la esperanza, por poco que la hurgasen. No tardó la ingeniosa Paca en dejarle solo y mano á mano con Soledad.

Tenía por misión hacer sufrir al mundo mis caprichos, y el mundo debía agradecerme de rodillas que me fijase en él... ¡Qué quieres! La juventud, el orgullo pueril de la primavera, que se cree eterna. Y después... ¡después! ¡Si yo te contase todos mis desengaños, mis dolores, aun en la época en que no me preocupaba del dinero!... El invierno borra las ilusiones verdes.

Puedo casarme o permanecer soltero y vivir bien o mal y ser feliz o desgraciado sin que en ninguna de estas cosas influya de un modo decisivo la alegría o la tristeza de ustedes... Pero si no influyen sus sentimientos pueden influir las acciones. Todos estamos expuestos en la vida a tristes desengaños, a las asechanzas de nuestros enemigos... y a la traición de nuestros amigos.

Hacer del matrimonio el ideal de todas las jóvenes es, pues, un grave error, puesto que es condenarlas de antemano a desengaños ciertos... No veo en qué replicó la abuela. ¡Que no ve usted en qué! dijo el cura sorprendido.

Y este primer punto asentado, pasemos á otro, y permítame V. md. que empiece riñéndole, pues cuanto ha granjeado del mundo en aplausos, parece se los retribuye en desprecios; y por rígida que sea la filosofía, no hallo yo que toquen sus desengaños en ingratitudes.

Figúrate una conferencia entre un señor que quiere salvar a Francia y su pobre mujer... Cada uno de sus desengaños recaerá en la desgraciada... Cada meeting fracasado será una ocasión de recriminaciones... Cada speech interrumpido constituirá un motivo de discordia... Y los artículos de los periódicos... Y los ataques personales... Y las perfidias de los amigos políticos... Figúrate el despertar por la mañana: «¡Ah! amiga mía, La Linterna se va a meter conmigo» «No, amigo mío.» « , siento que voy a recibir alguna cosa desagradable.» «Pero mi pobre Teodoro, te alarmas sin motivo.» «Pues si no es La Linterna, será La Acción.» «Nada de eso, está tranquilo.

Cuando Tristán publicó sus primeros artículos y poesías en una revista, juzgole de golpe un gran hombre, y de esta opinión ya no le apeó nadie en toda la vida. Al ponerse a la venta el año anterior su volumen de poesías titulado Engaños y Desengaños, García le creyó en el pináculo de la gloria y él a su lado para compartirla.

Esperábala para decirte; amigo mío, colmadas todas mis ambiciones y agobiado por los desengaños, quiero abandonar la corte y respirar el aire libre de tus montañas, única campiña que he visitado en mi vida, y en la cual espero realizar todas las ilusiones que he adquirido con mi lectura favorita.

Palabra del Dia

rigoleto

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