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Actualizado: 20 de junio de 2025
Bien persuadido entonces su amo de que no había razonamiento capaz de convencerla, ni medida rigurosa, como la de plantarla en la calle, que no empeorara el destino de la infeliz, entre verla perdida o desgraciada, optó por lo menos malo al cabo de los días: arregló un casucho que tenía medio abandonado al extremo inferior del valle; agrególe tierras y ganado; hizo, en fin, cuanto puede hacer un padre por un hijo en casos tales, y dijo a Facia después de haberse negado a recibir al novio y a verle al alcance de su voz: Cásate cuando te dé la gana, y meteos ahí para que, siquiera, siquiera, cuando las pesadumbres te maten, tengas cama propia en que morir después de haber pedido a Dios perdón de tus ingratitudes y locuras.
Así llegaron las dos a dar por hecho que no habría tenido yo menos de cincuenta novias, ni bajarían de tres las que quedaban en Madrid llorando mis ausencias y tal vez mis ingratitudes.
Las madres se sonreían unas a otras sin conocerse arrastradas por las afinidades de sus hijas con una complicidad de compañeras de profesión, y acababan igualmente formando grupos, para hablar de los dolores y satisfacciones que proporciona la familia, de las brillantes cualidades de sus retoños, de los desengaños e ingratitudes que tal vez les reservaba el porvenir a las pobrecitas... como si las compadeciesen y envidiasen al mismo tiempo.
833 De tantas alternativas esta es la parte peluda infeliz y sin ayuda, fué estremado mi delirio, y causaban mi martirio los desdenes de una viuda. 834 Llora el hombre ingratitudes sin tener un jundamento; acusa sin miramiento a la que el mal le ocasiona, y tal vez en su persona no hay ningún merecimiento.
Así, pues, si la prudencia y las sabias reformas de nuestros ministros no encuentran hábiles y decididos intérpretes entre los gobernantes de Ultramar, y fieles continuadores en los que las frecuentes crisis políticas llaman á desempeñar tan delicado puesto; si á las quejas y necesidades del pueblo filipino se ha de contestar con el eterno no há lugar, sugerido por las clases que encuentran su vida en el atraso de los súbditos; si se han de desatender las justas reclamaciones para interpretarlas como tendencias subversivas, negando al país su representación en las Cortes y la voz autorizada para clamar contra toda clase de abusos, que escapan al embrollo de las leyes; si se ha de continuar, en fin, con el sistema fecundo en resultados de enajenarse la voluntad de los Indígenas, espoleando su apático espíritu por medio de insultos é ingratitudes, podemos asegurar que dentro de algunos años, el actual estado de las cosas se habrá modificado por completo; pero inevitablemente.
Cuando un ser recibe ingratitudes y desprecios, sus sentimientos se agrían, se esteriliza la fuente del bien y del amor que hay en todo pecho humano. Cuando un ser no es amado, ha de ser malo por precisión. ¡Qué discreción, qué discreción, señora! exclamó el joven con entusiasmo. Ya fué usted mi consuelo otras veces.
Este glorioso descubrimiento sin duda alguna hubiera sido para Portugal, á no ser por las muchas ingratitudes que en recompensa de los servicios prestados á aquella Corona en las Indias Orientales, no hubieran puesto á Magallanes en el caso de ofrecer sus servicios al Monarca español, al cual cumplió como bueno, no sólo con el descubrimiento del paso del Sur, Tierra del Fuego, Continente de los Patagones, Archipiélago de Marianas y Filipinas, sino que planteó ventajosamente para Castilla, la cuestión que originaron las islas Molucas por razón de su falsa situación geográfica.
Otra vez aparece Moisés en la cima de la montaña, con las tablas de la ley en una mano, y en la otra una serpiente de bronce en un báculo, diciendo: Albricias, que conmovido Dios de las lástimas vuestras .... Porque se vea Ser sus piedades más que Las ingratitudes vuestras.
Y en aquel momento, al revolver aquella carta, después de tantos años, aquel turbio oleaje de penas abrumadoras, punzantes desdenes, ofensas terribles, negras ingratitudes, lágrimas solitarias y despreciados sacrificios, veía la infeliz levantarse en su corazón el amor a su marido, vivo siempre, fuerte, avasallador, resistiendo al olvido, al desdén, al insulto, al tiempo mismo y a la ausencia misma, viviendo sin esperanzas que le mantuvieran y le dieran savia, y por eso, inmortal como el alma.
Enderezada la conversación por estos carriles, nos habló de lo que le costaba aclimatarse a la vida de la ciudad: no podía con ella un hombre como él, nacido para respirar el aire oxigenado, puro, de la Naturaleza, y necesitaba también la presencia y hasta la compañía de aquellos hombres rústicos, aun con sus ingratitudes.
Palabra del Dia
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