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Actualizado: 25 de junio de 2025
Meditaba, señor Velasco repuso Ramiro, en los graves desengaños de este mundo, y que cuando yo era mancebillo daba por seguro llegar a ser algún día un Hernán Cortés o un Gonzalo de Córdoba; e agora he venido a parar en el más ruin y cuitado de los pajes. ¡Si mis ojos fueran capaces de llorar!
No obstante los desengaños, los dolores, los ultrajes sufridos por ella, debía permanecer fiel a aquel que había aceptado como compañero de su vida. ¿Acaso las faltas del marido, por extremadas que sean, autorizan a la esposa desgraciada a buscar la felicidad con otros hombres?
Curado con estos desengaños de la pasión política, dióse á lo de puro recreo; y quiso contemplar de cerca lo que tanto admiró desde lejos: la casa de fieras.
Esto le hizo recordar que el famoso Prado era un arenal completo en el que había de todo menos verdura y poesía; que el mismo desierto de Sahara no estaba más reñido que él con la vegetación, ni presentaba un aspecto más triste y desconsolador á las tres de una tarde de verano. Por fortuna, don Silvestre era muy poco artista y mucho menos literato, y con ello se ahorró otros muchos desengaños.
Pero aun en medio de aquella deslumbradora luminaria, de aquel incendio de cera que reverberaba en su rostro, veíasele palidecer y pasarse la crispada mano por la frente, como si buscara arrancarse, a pedazos, alguna visión. No faltaban, por cierto, razones a su dolencia. Los desengaños cortesanos fueron el comienzo de su desgracia.
De todos modos, los medios sutilísimos de que nos valemos para conseguirlo, y el ingenio, la tenacidad y los alambicados recursos a que acude y de que se vale nuestra mente en tan difícil empresa, tiene tal encanto y tan poderoso atractivo que nos deleitan y enamoran aunque en vez de triunfo obtengan sólo desengaños.
Cuando la tempestad sorprende al pájaro que se aleja del nido, el ave lucha con la tormenta, aleteando por recobrarlo; cuando el niño que rompe a andar cae y se lastima, busca afanoso el regazo de su madre; cuando el hombre abandona la mujer que le quiere, y sufre desengaños, torna a ella, y en sus brazos se arroja: Lázaro no tenía nido, ni regazo, ni brazos a que acogerse; llevaba, como una doble maldición, la duda en la frente y el amor en el alma.
Ya sabes cuánto te quiero, y cuánto te estimo, y los buenos ratos que pasamos aquí, charlando de mis cosas y de las tuyas; de mis tristezas mortales y de tus alegres esperanzas; de tus penas de niño y de mis desengaños de viejo.... Sí, me apena que te vayas.
Miguel hizo protestas fogosas: se presentó, de buena fe, como un ser excepcional también, como un herido de la gran batalla de la vida, el corazón goteando sangre y desengaños; relató igualmente un sin número de sueños, pasiones y genialidades, ponderó sus amarguras, las noches de insomnio, las vagas inquietudes.
Señora repuso con iracunda voz el estafermo , los hombres como yo se endulzan con acíbar la lengua, y el corazón con desengaños. Doña Flora quiso reír, pero no pudo. Con desengaños, sí señora añadió D. Pedro , y con agravios recibidos de quien menos debían esperarse. Cada uno es dueño de dirigir sus impulsos amorosos al punto que más le conviene.
Palabra del Dia
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