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No deja usted de saber prosiguió con acento burlón más marcado, que la señorita X, que tiene sesenta años, tenía una vocación pronunciada por el matrimonio; que la señorita Y, de cinco años más que ella, tuvo un amor desgraciado segado en flor; que la señorita Z, de unas cuantas primaveras menos, asustó a sus pretendientes por su mal carácter; que ésta no tenía dote; que aquélla tenía demasiadas pretensiones, etc., etc.

Segado por el viento de un huracán furioso desciende al frío suelo el cáliz de una flor: tal de los desengaños al sopolo venenoso fugaz se desvanece un sueño encantador. El río solitario, cruzando las malezas, en su áspero camino tropieza sin cesar, y en vez de alegres odas murmura sus tristezas: tal navegan los hombres de la vida en el mar.

Si Lucía y Pilar estuviesen fuertes en Historia, ¡a cuánta meditación convidaba la vista de tanto ebúrneo cuello, ornado de collares de diamantes o de estrechas cintas de terciopelo, y probablemente segado más tarde por la cuchilla; ni más ni menos, que el pescuezo del rey que presidía melancólicamente aquella corte! La cerámica era el primor de la colección.

En medio de un campo segado, al que habían pegado fuego los labradores, se alzaba una columnita de humo. Medio pollito se acercó y vio una chispa diminuta, que se iba apagando por instantes entre las cenizas. «Amado Medio pollito le dijo la chispa al verle : a buena hora vienes para salvarme la vida. Por falta de alimento estoy en el último trance.

¿Y el verde para el ganado, grandísimo holgazán? ¿Todavía no lo has segado? Ahora mismito, abuela. Anda listo, zángano, comedor, porque si no voy allá y te estrello en la cabeza la sartén. El héroe agitó la cabeza con desesperación; rechinó los dientes. Su alma se inundó de amargura. ¡Cruel humillación para un hombre que había corrido tantas juergas á orillas del Guadalquivir!

Parece como si la invención se prodigara en demasía, como si sus hilos no se entretejiesen formando confusa urdimbre; pero no puede negarse á Mira de Mescua la gloria de haber ideado muchos argumentos tan interesantes como flexibles, que con razón han sido populares en el teatro español, aunque poetas posteriores hayan segado la mies, que él sembrara.

Del valle subía olor de heno recién segado, aroma de flores y frutas maduras. De pronto un rayo de sol cayó sobre la punta más alta del cerezo plantado delante de la casa de la tía Basilisa; volteó un momento sobre las hojas y saltó á otra rama más baja dejando tras una estela de esmeralda. Otro salto más y se plantó en la higuera más próxima á la casa del tío Goro.

Si yo hubiera naufragado aquella noche, vosotros también habríais segado mi cabeza, aun cuando no llevase una corona. Se la venderíais a mis hijos y os la pagarían bien. ¡No diga, tal señor! Se la presentaríamos en una fuente de plata cuando estuviesen sentados a la mesa. Y se la comerían como un rico manjar. Don Pedrito diría: ¡Yo quiero la lengua!

De cuantos autores han escrito sobre el amor, sólo a Safo rechaza; de cuantas tierras han sido teatro de aventuras eróticas, sólo muestra horror a Lesbos; de cuantas ciudades fueron en el mundo aniquiladas, sólo le parece justa la destrucción de Sodoma; y es tal y tan ferviente su adoración a la mujer, que, atraído por todas con igual intensidad, aun ignora cuál sea su tipo favorito, si el de la bacante desnuda, voluptuosa y medio ebria, que convirtió en lechos de placer los montones de heno recién segado, o el de la virgen cristiana que entregaba el cuerpo a la voracidad de las bestias antes que acceder a sentirlo profanado por caricias de paganos.