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Rechinó tenuemente el vello de toda su piel: hirvió su carne con el chirrido intenso y discorde de todo cuerpo húmedo que cae en el fuego. Respira fuego, bebió fuego, se convirtió en fuego sensible y animado con los dolores de su propia combustión. Quiso gritar: la llama no conduce el sonido. Quiso huir: no tenía movimiento, no tenía cuerpo, no era más que una mecha.

iHija del aire! te protesto que, despues del dia fatal... Pero la palabra es un vano soplo, ven a verme en mi sueno, o a las horas de mis desvelos, ven a sentarte a mi lado; he cesado de estar solo, mi soledad se halla turbada por las furias. En mi rabia rechino los dientes mientras que la noche estiende sus sombras sobre la tierra, y desde la aurora hasta ponerse el sol no ceso de maldecirme.

Ella se sonrió y guardó silencio. En seguida le volvieron los dolores; se agitó, rechinó los dientes, pero no exhaló una queja. ¿Quieres que llame a Roberto? Ella dijo que por señas. Traedme también al niño murmuró. Accedí a su pedido. Hizo colocar a la criaturita en su cama a su lado y la contempló por largo rato. Trató también de besarla, pero estaba demasiado débil.

La voz calló, los pasos se alejaron, rechinó la puerta, y luego todo volvió al silencio anterior. Instantáneamente la duquesa se lanzó fuera del dormitorio y de la recámara de la reina, entró en la cámara donde poco antes había estado hablando con el rey y corrió á una campanilla y la agitó con violencia. Entró una de las doncellas de la servidumbre.

Currita quiso descorrer uno de ellos, tirando violentamente del cordón de seda que a lo largo de la pared bajaba desde lo alto; mas la cortina rechinó sin descorrerse, y podrido sin duda el cordón, rompióse por arriba, cayendo sobre Currita enroscado, cual si fuese una larga y delgada serpiente.

Los nervios de la antigua florista se desataron así que se vió a solas con su querido. Las palabras más soeces del repertorio de los cocheros de punto brotaron a sus labios temblorosos. Pateó, juró, rechinó los dientes, profirió mil estúpidas amenazas.

La frase presidencial despertó gran alegría en el concurso. El inválido rechinó los dientes. Hubiera dado el otro hombro por poder asestar una bofetada a aquel viejo.

En ese instante la niña, levantando su rostro, exclamó con pasión: ¡Ah, Gonzalo, cuán dichosa me hacéis! Y tendió de nuevo su boca insaciada. Ramiro recibió de lleno el aletazo de la demencia. Todo su ser rechinó cual la hoja ígnea que el espadero sumerge de golpe en el agua.

El doctor, con un cuchillo grande, hizo rápidamente un corte circular en la carne. Nicolás rechinó los dientes. La sangre saltó. Despois se ocupaba en ligar algo. La sierra rechinó durante dos segundos, y el brazo cayó pesadamente al suelo. Esto es lo que se llama una operación bien terminada dijo Lorquin. Nicolás había dejado de fumar; la pipa se desprendió de sus labios.

¿Y el verde para el ganado, grandísimo holgazán? ¿Todavía no lo has segado? Ahora mismito, abuela. Anda listo, zángano, comedor, porque si no voy allá y te estrello en la cabeza la sartén. El héroe agitó la cabeza con desesperación; rechinó los dientes. Su alma se inundó de amargura. ¡Cruel humillación para un hombre que había corrido tantas juergas á orillas del Guadalquivir!