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Su risa era franca, pero despertó un eco tan extraño en la pequeña casa escuela y pareció tan inconsecuente y discorde con el gemido de los pinos del exterior, que a ella siguió un suspiro, tan sincero, a su manera, como la risa anterior. Sucediose un momento de grave silencio, que el maestro fue el primero en romper, preguntando a Melisa por su padre.

Y sin embargo, esta discorde algazara sin melodía y sin ritmo, más primitiva que la música de los salvajes, es alegre en aquesta singular noche, y tiene cierto sonsonete lejano de coro celestial.

Y sin embargo, esta discorde algazara sin melodía y sin ritmo, más primitiva que la música de los salvajes, es alegre en aquesta singular noche, y tiene cierto sonsonete lejano de coro celestial.

Y cuando hubo desaparecido en el bosque, y el silencio sucedió, de repente, a aquel discorde ruido, Catalina se volvió y vio a Hullin detrás de ella, pálido como un muerto. Pues bien, Catalina dijo éste ; todo ha terminado. Ahora vamos a subir allá arriba. Frantz, Kasper y los de la escolta, Marcos Divès, Materne, todos esperaban en la cocina con las armas en descanso.

Deja el cielo, ¡oh amistad!, o no permitas que el engaño se vista tu librea, con que destruye a la intención sincera; que si tus apariencias no le quitas, presto ha de verse el mundo en la pelea de la discorde confusión primera.

Rechinó tenuemente el vello de toda su piel: hirvió su carne con el chirrido intenso y discorde de todo cuerpo húmedo que cae en el fuego. Respira fuego, bebió fuego, se convirtió en fuego sensible y animado con los dolores de su propia combustión. Quiso gritar: la llama no conduce el sonido. Quiso huir: no tenía movimiento, no tenía cuerpo, no era más que una mecha.

Los pitos, la campana de proa, el discorde concierto de mil voces humanas, mezcladas con el rechinar de los motones; el crujido de los cabos, el trapeo de las velas azotando los palos antes de henchirse impelidas por el viento, todos estos variados sones acompañaron los primeros pasos del colosal navío.

¡Oh! ¡Quién, teniendo fuerzas lapidarias, pudiese ese banal mundo de parias sostener como un Atlas en sus hombros; y sacudirlo, en un supremo esfuerzo, a ver si así revive el Universo; o se sepulta al fin en sus escombros! Caballeresco tipo que de otros tiempos queda, forma nota discorde con el siglo presente.