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Actualizado: 13 de mayo de 2025
No siempre lo peor es cierto. Gustos y disgustos son no más que imaginación. Dicha y desdicha del nombre. Manos blancas no ofenden. El escondido y la tapada. Cada uno para sí. La desdicha de la voz. Antes que todo es mi dama. Los tres afectos de amor. El pintor de su deshonra. No hay burlas con el amor. Dar tiempo al tiempo. ¡Fuego de Dios en el querer bien! La cisma de Ingalaterra.
¡Ay! -dijo a esta sazón la Dolorida-, con benignos ojos miren a vuestra grandeza, valeroso caballero, todas las estrellas de las regiones celestes, e infundan en vuestro ánimo toda prosperidad y valentía para ser escudo y amparo del vituperoso y abatido género dueñesco, abominado de boticarios, murmurado de escuderos y socaliñado de pajes; que mal haya la bellaca que en la flor de su edad no se metió primero a ser monja que a dueña. ¡Desdichadas de nosotras las dueñas, que, aunque vengamos por línea recta, de varón en varón, del mismo Héctor el troyano, no dejaran de echaros un vos nuestras señoras, si pensasen por ello ser reinas! ¡Oh gigante Malambruno, que, aunque eres encantador, eres certísimo en tus promesas!, envíanos ya al sin par Clavileño, para que nuestra desdicha se acabe, que si entra el calor y estas nuestras barbas duran, ¡guay de nuestra ventura!
¿Y qué hago con esta aflicción que se me ha metido en el alma? Gozarla. ¡Gozarla! decís ¡gozar los celos, la desesperación, la rabia! ¡Ah! ¡todavía no sois bastante desdichada! ¿No? No, porque no gozáis en la desdicha. ¡Decís unas cosas, don Francisco!
La reina madre, vencida por el dolor, cae muerta en tierra, y las demás se arrojan sollozando sobre ella. Entonces se aparece la Fortuna, y las consuela en su aflicción exponiéndoles los cambios de la suerte, que produce, demuestra en un largo discurso que ninguna desdicha humana es eterna, y anuncia que los reyes serán puestos pronto en libertad.
Fíjense, pues, los lectores en el notable trabajo de ese erudito con el objeto indicado, aunque acerca de las noticias utilizadas por Hartzenbusch, me vea obligado también á hacer las siguientes observaciones: La desdicha de la voz se escribió en la primavera de 1639: en la biblioteca del duque de Osuna existe el manuscrito original de esta comedia, con la firma de Calderón y la fecha en Madrid 14 de mayo de 1639 años, y además la licencia para la representación de Juan Navarro de Espinosa, siendo la fecha de ésta el 1.º de junio de 1639.
NARV. Notable es tu suceso, fuerte moro; Pero, pues tanto tus desinios daña La dilación, no es justo que los pierdas; Que has sido por estremo desdichado, Pero hallaste el remedio en la desdicha. Y por que veas que mi virtud puede Vencer a tu fortuna, si me juras Volver a mi prisión dentro en tres días, Libertad te daré para que vayas A gozar de Jarifa, tu señora.
Y un día, vendrá así la mujer a quien perdí; en su inocencia, me pedirá perdón, y yo le diré: «Levántate, mujer. Tú eres quien debe perdonarme. Heme aquí a tus plantas.» Así pensaba yo entonces..., y luego..., muchos años. Y he llevado siempre conmigo la imagen de la mujer, la imagen anterior a su desdicha y a la mía; y no pudiendo hacerla mi amada, hice de ella mi hermana.
El bendito señor que la oía, enternecido de tanta desdicha, levantose de su asiento y dio algunos pasos para vencer su emoción. «Todo sea por Dios dijo liando nerviosamente otro cigarrillo . Noble criatura, su juventud de usted ha sido muy triste; ha nacido usted en un páramo...
No, señor dijo la Dorotea ; me he criado en el convento de las Descalzas Reales; recuerdo que, desde muy niña, iba todos los días á visitarme el tío Manolillo; yo lo creía mi padre; pero cuando estuve en estado de conocer mi desdicha, me dijo el tío Manolillo: «Yo no soy tu padre; te encontré pequeñuela y abandonada...» ¡Y no te he mentido, vive Dios! En la calle te encontré dijo el bufón.
Canamor es el héroe de un libro de caballerías: La historia del rey Canamor y del infante Turián, su hijo, y de las grandes aventuras que huvieron. han en plural por la doble designación del sujeto de la oración: mi señora y tu hermana. Yo lo estoy, desvelada, de desvelos. V. nota al verso 1947 de El Remedio en la desdicha. Comp.
Palabra del Dia
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