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Actualizado: 6 de junio de 2025


Preguntaban á Newton en cierta ocasión: ¿Cómo ha llegado usted á descubrir la ley de la gravitación? A lo que el sabio respondió modestamente: «Pensando en ello». Si los novelistas pensasen más en la perfección de sus obras y menos en ostentar á todo trance las cualidades de que se creen poseedores, ó en producir ruido, imagino que aquéllas serían más bellas y duraderas.

Fernando hizo un gesto de indiferencia. No le inquietaba el porvenir. La muerte llegaría para él lo mismo que llega para los demás, inesperadamente, sin consultar las ambiciones y las necesidades de su víctima. Si los hombres pensasen en la muerte a todas horas, pocos querrían trabajar, convencidos de antemano de la inutilidad de sus esfuerzos.

24 Y multiplicó su pueblo en gran manera, y lo hizo más fuerte que sus enemigos. 25 Volvió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo, para que pensasen mal contra sus siervos. 26 Envió a su siervo Moisés, y a Aarón al cual escogió. 27 Puso en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cam. 28 Echó tinieblas, e hizo oscuridad; y no fueron rebeldes a su palabra.

Y despues añadió: ¡Pobre joven!... Si todos pensasen y obrasen como él, no digo que no... ¡Pobre joven! ¡Pobre Florentino! La noche de aquel mismo sábado, el chino Quiroga que aspiraba á crear un consulado para su nacion, daba una cena en los altos de su gran bazar situado en la calle de la Escolta.

Unas en grupos resonantes de gritos y risas, otras solitarias preocupadas, caminando a paso largo, todas con vistosos trajes de percal y flores en el cabello, pasaron por delante de , dirigiéndome alguna vez breves miradas de curiosidad y sorpresa, como si pensasen: «¿Qué hará aquí este desaborío, que ni siquiera nos dise: ¡Olé las mujeres castisas! ¡Viva tu madre, mi niña!?»

Era la suya una inteligencia perspicaz, minuciosa, penetrante; pero le faltaba grandeza e iniciativa en los negocios, aunque otra cosa pensasen los que le veían acometer empresas de excepcional importancia. El pensamiento primordial, la que pudiéramos llamar idea madre de un negocio, casi nunca nacía en su cerebro; le venía de afuera.

Ofrecían sus casas en remotos lugares del interior, y los que continuaban el viaje sonreían agradecidos, cual si pensasen hacerles una visita dentro de breve plazo. Todos se habían vestido trajes de calle, lo mismo los que se quedaban en Río Janeiro que los que seguían la navegación. Estos últimos eran los más impacientes por bajar a tierra.

Con sus arcabuceros de delante Habia de ir Salgado y sus flecheros: Paniagua tras él con el restante En dos tercios, y que él con los primeros Revolviese á traicion, con tal semblante Que pensasen ser indios los postreros: Hicieran desta suerte todos alto, Y así Salgado diera un crudo asalto.

Había lo bastante con esto para restablecer el antiguo y noble orgullo de los tiempos de Carlos III, para libertarnos por siempre jamás amén de la rabia y comezón de imitar, recobrando nuestra inmaculada y pura nacionalidad; en fin, había lo bastante para decir al monumento del Dos de Mayo, a la estatua de Felipe IV y a la de Cervantes: «Humillaos, sombras ilustres, que aquí viene quien sobrepuja vuestra grandeza y vuestra gloriaNo faltaron entusiastas que pensasen acudir a la reina, para que se dignase ennoblecer a María, dándole un escudo de armas, cuyo lema, imitando el de los duques de Veragua, en lugar de: «A CASTILLA Y A LEÓN, NUEVO MUNDO DIO COLÓN», dijese: «A ALTA Y BAJA ANDALUCÍA, NUEVA GLORIA DIO MARÍAEn fin, tal era la impresión hecha por la cantatriz en el público de Madrid, que ya no se escribía en las oficinas ni se estudiaba en los colegios: hasta los fumadores se olvidaban de acudir al estanco.

A las tres de la mañana marchó nuestra armada, y á distancia de legua y media dimos con un grande estero ó bañado muy pantanoso, que no se podia romper con los caballos: y llegando á un arroyo que pasamos á nado, corrimos mas de una legua, y reconociendo que los indios iban perdidos por una gran niebla que nos sobrevino esta mañana, volvimos á pasar dicho arroyo, caminando al SE, y habiendo salido el sol, atendiendo el Comandante que aquella partida que despachó la noche antes ya habria llegado á la accion, y que oyendo los tiros era natural pensasen los enemigos tenian á todo Buenos Aires sobre , y que con este motivo tirasen á huir, dispuso en aquel pronto desparramar en pelotones indios y cristianos.

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