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Actualizado: 10 de junio de 2025


Fui allí y recibí la más cariñosa acogida de parte de la señora Mauri, que, junto con las aguas termales y un inmenso árbol de la plaza, constituye lo único bueno que hay en Villeta, según aseguran las malas lenguas de Bogotá. ¡Qué delicioso me pareció aquel cuartito, limpio como un campo, sereno, silencioso! ¡Había una cama! ¡Una cama, con almohada, sábanas y cobijas!

Así me parece contestó Federico brevemente. ¿Está la yegua aquí? Bill y Jaime la tienen ya en el pinar. Pues que la guarden un momento. Volviose y entró otra vez cautelosamente en la casa. Guiado por la débil luz de la vela que se corría y del amortiguado fuego, observó que la puerta del cuartito estaba abierta y se fue hacia ella de puntillas.

En el cuartito había unos veinte individuos; los más conspicuos del belarminismo y del antibelarminismo. Estaban entornadas las maderas del balcón, para que no se introdujese el ruido de la calle. Sentaron a Belarmino muy cerca de un gran cortinón de velludo, color oro viejo. Belarmino parecía sumido en completa insensibilidad, como amputado del mundo de las cosas vivas.

La pondré en ese cuartito que está junto al mío. ¡Pobre Nela! exclamó el médico . No puede usted figurarse el interés que siento por esta infeliz criatura. Alguien se reirá de esto; pero no somos de piedra. Lo que hagamos para enaltecer a este pobre ser y mejorar su condición, entiéndase hecho en pro de una parte no pequeña del género humano.

Lo de la honradez, que ella anhelaba ignorando el valor exacto de las palabras, no tenía sentido; pero ya que no fuese honrada, al menos pareciéralo, y esto iba ganando, que no era floja ganancia. Un cuartito modesto en un barrio apartado era ya señal de que al menos se evitaba el escándalo.

Pues si no lo tiene como yo, es porque no quiere... Verdad que he tenido que andar detrás de papá una temporada para que me lo pusiera de este modo... Pero mi hermana es así... como Dios la crió... No le importa por nada... Todo le gusta a lo aldeano, ¿sabes? En este cuartito hay mucho gusto... y mucha coquetería. De esta cualidad, no puedes prescindir en ninguna de tus cosas.

Tengo que enseñarle unas pinturas que no conoce. La de Grevillois hizo entrar a la señora Schwartz en el comedor y yo seguí a Luciana a su cuarto, un cuartito muy modesto con ventana a un patio estrecho que parece un pozo. Por fortuna, como viven en el último piso, reciben la luz por encima de los tejados próximos.

El viejo examinó el contenido y dijo más animado: Me parece que hay bastante. Esperar un momento; vuelvo en seguida. Y entró de nuevo en el cuartito, llevándose una camisa vieja de franela y el aguardiente. Como la puerta quedó entreabierta, se oyó distintamente el siguiente diálogo: Dime, hijo mío, ¿dónde te duele más? Me duele todo. Ora aquí y ora ahí debajo; pero es más fuerte de aquí a aquí.

¿Dónde estaba aquella tarde de infames maquinaciones la niña dulce y buena de los ojos garzos?... No había encontrado ningún regazo suave donde llorar, ningún amable retiro donde consolarse. Estaba escondida como un delito, oculta como una pena, en el cuartito del sobrado, recostada con fatiga y desaliento en el quicio de la ventanuca.

Mi existencia sólo sirve para hacer sufrir a los demás, sin culpa mía, bien lo sabes. ¡Ay, Marianela! Te escribo desde mi cuartito, a las dos de la mañana. Todos duermen en casa. Se han pasado el día atosigándome con sus planes, que no son los míos. La ventana está abierta. Las estrellas me envían sus resplandores.

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