Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de junio de 2025


Usted se va á asustar de lo que le voy á decir. No lo creerá usted; es inconcebible. Lázaro, que creía ya que doña Paulita Porreño no podía decir nada más inconcebible, tembló ante la promesa de nuevas y más extrañas confidencias. Para realizar la felicidad y la paz con que yo he soñado, no basta el amor; es decir, que para evitar mil irregularidades y disgustos es necesaria además otra cosa.

Pero tampoco hubieran podido esclarecerle el misterio las más francas confidencias. En su espíritu no había, decididamente, puntos de apoyo para apreciar las razones íntimas que movían los actos de Adriana. Debemos dejarla hacer declaró al fin ella sabe de sus cosas mucho más que nosotros. No quiso Adriana ver a su confesor ordinario, en la iglesia del Socorro.

Contentóse con murmurar fatídicamente rechinando un poco los dientes: ¡Me parece que voy a ponerte yo la vergüenza que no tienes! El encuentro con la querida de Salabert en el momento en que se hallaba en lo más culminante de sus confidencias, le había turbado, y por eso no había despegado los labios.

¿Viene usted á comer conmigo? dijo el magistrado á su pariente. , voy á vestirme y me voy con usted. Dejaremos á estos jóvenes hacerse sus confidencias. ¿Á dónde van ustedes? preguntó Tragomer. Al Savoy. Es donde se come mejor. Y más caro. No comerán ustedes mejor que á bordo.

Me apresuré a ir a besarlo, y después me senté en la hierba a sus pies... Mi padre se puso a acariciarme el cabello, un poco pensativo. Y yo, que nunca he sido acariciada, me sentía feliz, en aquella tarde de sol, entre el perfume de las resedas y de los heliotropos. De pronto me dijo: ¿A quién haces tus confidencias?... No siempre es a ... ¿Mis confidencias?...

Tengo ocho hijos dijo á la doctora, por parecerle la más digna de recibir sus confidencias . Si movilizan el ejército, se me irán seis. Y añadió con resignación: Así debe ser, para que acabemos de una vez con nuestro eterno enemigo el tedesco. Mis hijos pelearán contra él como peleó mi padre. La doctora se alejó con altivez.

Al poco tiempo su alma ardiente, sagaz, voluntariosa, simpatizó con la de Luis, tímida, infantil, llena de piedad y ternura. Más maestra en el arte de hacerse amar que la niña de Estrada-Rosa, logró pronto inspirar al conde confianza y afecto; le envolvió en una malla espesa de confidencias, no sólo referentes a sus amores, sino de toda la vida. Le confesó tan bien como el más hábil jesuita.

Usted se preguntará, sin duda comenzó ella, qué es lo que yo puedo tener que decirle a usted... Pues bien, vamos a ello... Es un poco delicado y quizás se extrañe de la facilidad con que hago mis confidencias a una persona a quien he visto por la primera vez hace apenas diez días... En primer lugar, usted no es para un desconocido... Su amigo el señor Voinchet me ha hablado con el más caluroso elogio de su lealtad y de su claro juicio.

Doña Manolita, que era la mejor muchacha del mundo, y que amaba y admiraba a doña Luz, muy satisfecha de las confidencias que le hacía, y muy curiosa de saberlo todo, escuchaba sin pestañear, sentada enfrente de su amiga. Esta prosiguió: Mi aya era el deber personificado; pero, como el deber, sin calor, sin entusiasmo y sin afecto.

Al poner el pie en el locutorio, que encontré lleno como una colmena, me sentí más aturdido que nunca por las tumultuosas confidencias de las jóvenes abejas. Elena llegó con los cabellos en desorden, las mejillas inflamadas, los ojos colorados y chispeantes; traía en la mano un pedazo de pan del largo de su brazo. Me abrazó con un aire preocupado: Y bien, hijita, ¿qué es lo que tienes?

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando