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Actualizado: 2 de junio de 2025


Ademas de la actividad fabril que los capitales de Basilea alimentan en Basilea-Campaña y las comarcas vecinas, la ciudad misma es una vasta manufactura cuyos productos son de valor considerable, particularmente en cintas, hilados y tejidos de seda y algodon.

Habíase despojado del sombrero de palma con largas cintas, que le daba a las horas de sol un aire de pastora de opereta; vestía el traje de fiesta, la falda verde o azul de menudos pliegues, que guardaba el resto de la semana apretada entre cuerdas y pendiente del techo para que conservase intacto su plegado.

Por debajo de él pendía una multitud de cintas de varios colores, todas las cuales, menos una, quedarían en las manos de las señoritas, al tirar por ellas. A la que diera con la cinta que abría la piñata se le adjudicaba el globo, cargado, sin duda, de confites, y, según se decía, de chucherías muy lindas.

Antes que vender al economista el secreto de sus compras, que eran tal vez el principal hechizo de su vida sosa y rutinaria, optaba por hacer el sacrificio de sus galas, por arrancarse aquellos pedazos de su corazón que se manifestaban en el mundo real en forma de telas, encajes y cintas, y arrojarlos a la voracidad de la prendera para que se los vendiese por poco más de nada.

Pusiéronle los zapatos, blancos también y apenas ligeramente gastada la suela, señal de haber dado pocos pasos, y después tejieron, con sus admirables cabellos de color castaño obscuro, graciosas trenzas enlazadas con cintas azules.

Allí se ven largas trenzas de cabello, que la hija amante ofreció, como su más precioso tesoro, el día en que su madre fue arrancada a las garras de la muerte; niños de plata colgados de cintas color de rosa, que una madre afligida, al ver a su hijo mortalmente herido, consagró por obtener su alivio al Señor del Socorro; brazos, ojos, piernas de plata o de cera, según las facultades del votante; cuadros de naufragios o de otros grandes peligros, en medio de los cuales los fieles tuvieron la sencillez de creer que sus plegarias podrían ser oídas y otorgadas por la misericordia divina; pues por lo visto las gentes de alta razón, los ilustrados, los que dicen ser los más y se tienen por los mejores no creen que la oración es un lazo entre Dios y el hombre.

A otro cuarto entran a aliñarse y dejar sus armas los que han venido a caballo. Una panoplia de armas indias, clavada a un lado de la puerta de los caballeros, les indica su cuarto. Un gran lazo de cintas de colores y un abanico de plumas medio abierto sobre la pared, revelan a las señoras los suyos.

Al entrar él, volvíanse todos para contemplar la fisonomía de ese anciano, firme y tieso con sus setenta y dos años, sus largas barbas canas, su interminable hopalanda, su ojal lleno de cintas con los distintivos de todas las academias científicas, y aquel extraño aspecto, que revelaba a un tiempo timidez y desenvoltura.

Además, entre las solteras voluntarias y las que no lo son, hay que colocar a las resignadas. ¡Ah! dije interesada, ¿en qué se puede reconocer a éstas; en el color de sus cintas, en la flor de sus sombreros, en la armonía de su traje?... No respondió el cura, divertido por mi interés. Se las conoce... ¿cómo diré yo?... en su resignación, qué diablo... Son blandas, grisáceas, dulces y borrosas.

Una parte de la noche la pasó dibuxando lo que queria que supiera la reyna: representaba su dibuxo, en un rincon del quadro, al rey enfurecido dando órdenes á su eunuco; en otro rincon una cuerda azul y un vaso sobre una mesa, con unas ligas azules, y unas cintas pajizas; y en medio del quadro la reyna moribunda en brazos de sus damas, y á sus plantas Zadig ahorcado.

Palabra del Dia

rigoleto

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