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Actualizado: 2 de junio de 2025


Toma esta media onza dijo sacando al cabo la moneda de oro del bolsillo. Es para ti... para ti nada más, para que te compres cintas... confites... lo que quieras. No digas nada á tus abuelos, porque ya sabes, llorando miserias te sacarían los cuartos... ¿Verdad que no?...

Refirió de su profesor en la clínica de Santiago, que al entrar en el cuarto de las parturientas y ver la estampa del santo con sus correspondientes candelicas, solía gritar furioso: «Señores, o sobro yo o sobra el santo.... Porque si me desgracio me echarán la culpa, y si salimos bien dirán que fue milagro suyo...». Contó también algo bastante grotesco sobre rosas de Jericó, cintas de la Virgen de Tortosa, y otros piadosos talismanes usados en ocasiones críticas.

El libro no tiene barbas: le salen muchas cintas y marcas por entre las hojas, pero ésas no son barbas: ¡el que es barbudo es el gigante que está pintado en el libro!: y es de colores la pintura, unos colores de esmalte que lucen, como el brazalete que le regaló su papá. ¡Ahora no pintan los libros así!

Hasta ahora todas mis cosas han tomado raro giro: me han condenado á una multa por haber visto pasar una perra; ha estado en poco que me empalaran por un grifo; he sido condenado á muerte por haber compuesto unos versos en alabanza del rey; me he huido á uña de caballo de la horca, porque gastaba la reyna cintas amarillas; y ahora soy esclavo contigo, porque un zafio ha aporreado á su dama.

Estriba toda la mole en una especie de cámara claustreada con una tan sutil arquería, que las columnas parecen las varas del pabellon de una princesa tártara, y los arcos inferiores que de unas á otras voltean, festones de recamadas cintas, primero apretadamente arrolladas, y dispuestas luego en forma de aspa, entregadas á sus naturales ondulaciones, solo prendidas por las estremidades.

Tiras y recortes de glasé, de las más extrañas secciones geométricas, cortados al bies, veíanse sobre el baúl esperando la mano hábil que los combinase con el Mozambique. Trozos de brillante raso de colores vivos eran los toques calientes, aún no salidos de la paleta, que el bueno de Bringas vio diseminados por toda la pieza, entre mal enroscadas cintas y fragmentos de encaje.

Con esta imaginación se llegó a Sancho, habiendo primero tomado las riendas de Rocinante, y acomodádolas en modo que pudiese azotarle con ellas, comenzóle a quitar las cintas, que es opinión que no tenía más que la delantera, en que se sustentaban los greguescos; pero, apenas hubo llegado, cuando Sancho despertó en todo su acuerdo, y dijo: ¿Qué es esto? ¿Quién me toca y desencinta?

Hija de los duques de Bretaña, casada con un antiguo gobernador del Senegal, la duquesa llevaba un sombrero de paja teñido de negro cuyas cintas se retorcían como bramantes. Un velillo de imitación, agujereado por cinco o seis sitios distintos, mal ocultaba su cara, dándole además un aspecto extraño.

Si Lucía y Pilar estuviesen fuertes en Historia, ¡a cuánta meditación convidaba la vista de tanto ebúrneo cuello, ornado de collares de diamantes o de estrechas cintas de terciopelo, y probablemente segado más tarde por la cuchilla; ni más ni menos, que el pescuezo del rey que presidía melancólicamente aquella corte! La cerámica era el primor de la colección.

Una mañana, buscando unas tijeras en el costurero de su hermana, halló en él, entre los hilos y cintas, un librito, en cuya portada se leía este título: Oraciones nuevas para todos los actos de la vida, que son otros tantos escudos contra las malas tentaciones. Lo abrió sonriendo, y vio era el más completo repertorio de peticiones y acciones de gracias que imaginarse puede.

Palabra del Dia

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