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Actualizado: 16 de julio de 2025


Lo mismo que de don Sebastián, habían hablado los canónigos de todos los arzobispos anteriores, lo que no impedía que después de muertos fuesen unos santos. Cuando sorprendía al Tato repitiendo en las Claverías los chismes de abajo, le amenazaba con toda su autoridad de jefe de la familia. Esteban se entristecía viendo el estado de salud de su hermano.

Sin duda otras mujeres andaban en aquel torpe lío... Pensó en las prenderas, en las peinadoras, en los chismes y enredos que forman invisible tela de araña en torno de toda existencia equívoca e inmoral; y la ignominia de un hecho tan poco noble abatió por un instante el orgullo de su alma. «Hace usted un bonito uso de mi dinero» dijo Botín.

Allí se conocían, antes que en ninguna parte, los sucesos de la guerra, las batallas ganadas o perdidas, los proyectos legislativos, los decretos del gobierno legítimo y las disposiciones del intruso, la política toda, desde la más grande a la más menuda, y lo que después se ha llamado chismes políticos, marejada política, mar de fondo y cabildeos.

¿Pues no lo he de comprender? ¿Soy estúpido acaso para no ver que esa desvergonzada huye de , y cada día tengo que cazarla como a una liebre? ¡Sólo está contenta entre los demás labriegos, con la hechicera que le trae y lleva chismes y recados a los mozos! A me detesta. A la hora menos pensada me envenenará.

Los ha pedido a su suegro de Santiago; y como el suegro de Santiago no tiene tampoco una peseta disponible, como usted me enseña... héteme aquí que se los ha dado el suegro de los Pazos. ¿Se le cuentan dos suegros a ese candidato carlista? preguntó el gobernador, que a su pesar se divertía con los chismes del secretario.

Pero en medio de esta rara inmovilidad, secreta y silenciosa como la sorda y lenta labor de la polilla, una guerra sin treguas ni victorias, una guerra de pasiones bajas, rastreras y mezquinas, ruines y dolosas, en que todo bicho viviente toma participación; los unos capitaneados por la envidia, los otros acaudillados por la codicia, todos azuzados por la murmuración y aguijoneados por la maledicencia de los que se dicen ajenos a toda rencilla y enemigos de chismes y rencores.

Y cuenta que ambos chismes podrían ser igualmente necesarios, porque el astro diurno, encapotado por nubarrones que amenazaban chubasquina, despedía claridad lívida y sorda, y a veces por la ahogada calma de la atmósfera atravesaban soplos de aire encendido, bocanadas de solano que amagaban tempestad.

Para que la ropa salga buena, bien cortada, te recomiendo al sastre que vive aquí, a la vuelta, frente a la iglesia; trabaja bien y es baratero. Yo te daré una pistola para que vayas armado. ¿Entiendes de eso de armas? ¿No? Pues yo te enseñaré. Ahora, en cuanto a tus tías... ¡yo me encargo de todo! Después te tocará a . Por ahora, ¡déjame, déjame a ! Y no vuelvas a pensar en esos chismes.

La pureza de su alma, la bondad de su corazón le impidieron caer en los aborrecibles defectos de la gente mojigata. No gustaba de murmuraciones ni de chismes, y jamás tomó parte á favor ni en contra de las distintas camarillas que se disputaban con ensañamiento el predominio de la sacristía.

Esta reflexion debió hacer Felipe el Hermoso. ¿Quién puede ocultarse tampoco de las escudriñadoras miradas de los dependientes de un palacio, donde es una especie de comercio los chismes y enredos, dando publicidad en su provecho á todos los defectos de sus soberanos?

Palabra del Dia

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