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Actualizado: 16 de junio de 2025
Entretanto llega la hora de ir a los trabajos, que siempre es tarde, oyen las quejas y demandas que hay, que casi siempre son faltas al trabajo, hurtos, amancebamientos y chismes de unos con otros. Si el acusador es cabildante, o tiene a su cargo el cuidado de alguna cosa, hacen traer preso al indio o india acusado, y con muy poco examen le mandan azotar, según les parece.
Las gentes lo apodan «el queso», por su forma, y algunos especializan llamándolo «el camambert». En torno de su baranda y en los bancos adosados á ella vivía el alma de Monte-Carlo, se encontraban las gentes, cambiando chismes y murmuraciones, pidiendo noticias á los que salían del Casino, comentando la fortuna ó la desgracia de los jugadores célebres.
El orgullo y la vanidad habían sacado la cabeza en el pueblo de Legaspi, y cada cual quería que su señora sobrepujase en lujo y riqueza á las demás. Había una de noticias, chismes y enredos, que ni aun Tintay, con su consabido Osús-María-seff, podía contrarrestar. Desde que á las señoras les probaron el primer traje de raso, había entre ellas una marimorena muy cerca del repelón.
Allí estaba, pues era punto fijo en la tertulia, un señor Novillo, apoderado político del duque y edecán de la duquesa. Este Novillo tenía sus pujos de señorón, pero a mí me hacía el efecto de un criado vestido con el traje de día de fiesta. Hablaban todos, menos mi padre, siempre guiados por la duquesa, de chismes y cuentos locales.
¡Voto va! ya ha marchado entra gritando un original cuyos bolsillos vienen llenos de salchichón para el camino, de frasquetes ensogados, de petacas, de gorros de dormir, de pañuelos, de chismes de encender... ¡Ah, ah! éste es un verdadero viajero: su mujer le acosa a preguntas: ¿Se ha olvidado el pastel? No, aquí lo traigo. ¿Tabaco? No, aquí está. ¿El gorro? En este bolsillo. ¿El pasaporte?
No sólo se levantaba con estrellas, a fin de emprender la labor de Sísifo de llenar el tubo-labor que desempeñaba con mecánica destreza y rapidez , sino que antes de salir a la venta, quedábale tiempo de barrer el portal y la cocina, de limpiar los chismes del oficio, de ir por agua a la fuente, por sardinas al muelle o al mercado, y freírlas luego; de arrimar el caldo a la lumbre, de partir leña; de cumplir, en suma, todas las tareas de la casa, incluso las propiamente femeniles, porque traía en la faltriquera un dedal perforado y un ovillo de hilo, y en la solapa, clavada, una aguja gorda; y así pegaba un botón en los calzones de su principal, como echaba un gentil remiendo de estopa en su propia morena camisa.
Como no tenía hijos, ocupaban su vida los chismes de vecinos, traídos y llevados en pequeño círculo por dos o tres cotorrones como ella, y se distraía también con su sistemática afición a hablar de las cosas públicas.
Semejantes chismes destruirían la poesía del campo, y entonces no habría certámenes literarios, ni flores naturales, ni nada.
¿Le gusta la música?... ¿Se interesa por la literatura?... ¿Sabe hablar?... ¿Es de los que tienen en la boca más que historias de caza o chismes de política?... ¡Demonio! exclamó el digno notario. Esto no es una proposición de matrimonio; es un examen... Sí respondí sonriendo; es un examen. El matrimonio es cosa bastante seria para que desee no casarme solamente con una cara y una fábrica.
Las viejas las reclamaban con sus manos huesosas, deseando compartir el riesgo, brillando en sus ojos la vehemencia de un heroísmo agresivo. ¡Tiempos malditos de impiedad los de ahora, en que se molesta a las gentes y se atenta a las antiguas costumbres! «¡Aquí! ¡aquí!» Y agarrando los mortales chismes, los escondían bajo el ruedo de innumerables hojas de sus faldas y zagalejos.
Palabra del Dia
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