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Actualizado: 3 de junio de 2025
El aya lo examinaba todo con miradas despreciativas; Paz estuvo a punto de volver pies atrás; mas dominando de pronto la repulsión que sentía hacia la otra, preguntó, apartando del chiquitín las miradas: ¿Hace Vd. el favor de decirme cuál es el cuarto del Sr. Resmilla? En mi casa, prencipal núm. 2,... pero no se le pué ver. Lo siento; deseaba hablarle... y tal vez no me sea fácil volver.
Enrique vendría con ella; Pedro, a un gesto de su madre, corrió al parador a encargar un coche; las criadas salieron a disponer las maletas; Luisito, el chiquitín, comenzó a llorar; su madre le besó en la frente. No llores le dijo. Ella no derramaba una lágrima: asustado el cura, quería detenerla. Pero si no alcanza usted el tren le decía. Se pone un especial. Eso cuesta muy caro.
Aunque desarrapado, sucio y mocoso, el chiquitín parecía un angelito. Muchos lores ingleses hubieran dado sus bosques de Escocia y sus rentas de la India por ser padres de un muñeco como aquél. La chiquilla tenía trazas de descarada.
«¿Qué dices tú, chiquitín de la casa?... gloria mía... A ver, ¿tiene el niño mucha hambre...? ¡Ay qué pico me abre este hijo!». Y los trinos ensordecían la casa. Con verdadero ahínco, Maximiliano seguía torneando en su cabeza las ideas de la noche anterior. «La mataré a ella y me mataré después, porque en estos casos hay que poner el pleito en manos de Dios. La justicia humana no lo sabe fallar».
Pero de pronto apareció Edmundo, y adelantándose al frente de la muchedumbre en expectativa, dijo lo siguiente: No es mi costumbre echar a perder las bromas, muchachos y en esto irguiose el hombrecillo resueltamente, haciendo frente a las miradas en él fijas, pero me parece que esto no cuadra. Es hacer un desafuero al chiquitín, eso de mezclarle en bromas que no puede comprender.
Es que me gusta mucho el color de lila..., cae muy bien sobre un zapatito de charol tan mono como el de usted.... ¡Ay qué pie tan chiquitín!... ¡Si le sacara un poco más!... ¡Hija, qué hombre! Yo quisiera tener una fotografía de usted en esa postura, pero mirándome á mí. ¡Vaya un gusto! Ya se ve que sí. Pues también yo tengo fotografías, sépalo usted. ¡Hola! Y hecha por Pica-Groom.
Algo le decían también a la señora de Santa Cruz las facciones del chiquitín; pero escarmentada y previsora, se contenía por no incurrir en la ridiculez de un chasco semejante al de marras. Estaba, pues, la señora, indecisa, sin resolverse a entusiasmarse; y las razones que Guillermina le dio para convencerla no la sacaron de aquella actitud reservada y suspicaz.
Ya ve el chiquitín la tontería de meterse por nada en esos sudores le dijo Pedro el gordo. A poco andar ya era de piedra todo el camino, y se oyó un ruido que venía de lejos, como de un hierro que golpease en una roca. Yo quisiera saber quién anda allá lejos picando piedras dijo Meñique.
El único que solía mostrar indicios de rebelión era el chiquitín. La Señana, en sus cortos alcances, no comprendía aquella aspiración diabólica a dejar de ser piedra. ¿Por ventura había existencia más feliz y ejemplar que la de los peñascos? No admitía, no, que fuera cambiada, ni aun por la de canto rodado. Y Señana amaba a sus hijos; ¡pero hay tantas maneras de amar!
Aparecía con frecuencia cerca de la verja una niñera alemana cuidando de un chiquitín peliblanco y cabezudo, que jugueteaba a gatas sobre la alfombra con un osezno de peluche. Al verla, los muchachos sonreían con repentina confianza. Era de su misma clase social, y esto bastaba para desatar las lenguas e iluminar los ojos con el fulgor del deseo.
Palabra del Dia
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