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Actualizado: 2 de julio de 2025


El Rey entonces para emprender su expedicion se desnudó de las ropas que llevaba, y se puso entre otros adornos una capa cumplida de color de carmesí forrada en armiños, salió á la sala de los mármoles donde le aguardaban los concurrentes, se sentó en su silla en el palacio de las Jarras, y en medio del sonido de los instrumentos armó á varios caballeros, y cerca de las cuatro montó sobre un caballo blanco, y sus hijos D. Alonso y D. Juan iban vestidos tambien de damasco blanco.

El cuatralbo, que estaba avisado de su buena venida, por ver a los dos tan famosos Quijote y Sancho, apenas llegaron a la marina, cuando todas las galeras abatieron tienda, y sonaron las chirimías; arrojaron luego el esquife al agua, cubierto de ricos tapetes y de almohadas de terciopelo carmesí, y, en poniendo que puso los pies en él don Quijote, disparó la capitana el cañón de crujía, y las otras galeras hicieron lo mesmo, y, al subir don Quijote por la escala derecha, toda la chusma le saludó como es usanza cuando una persona principal entra en la galera, diciendo: ¡Hu, hu, hu! tres veces.

El sol agonizante teñía de suave carmesí el verde de la llanura, espolvoreado de blanco y amarillo por las flores silvestres. Sobre esta extensión, en la que todos los colores tomaban un tono rojizo de lejano incendio, marcábanse las sombras de los caballos y los jinetes estrechas y prolongadas.

Todo el Templo estaba magestuosamente adornado con ricas colgaduras de damasco y terciopelo carmesí, y atestado todo de lo más lucido y grave de la Ciudad, sin haber tribuna, coro, ni sobrecoro que no estuviera lleno, ocupando autorizadamente la primera tribuna de la Epístola el Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. D. Pedro de Alagón, Arzobispo Obispo de Mallorca.

A los soldados romanos que salen allí en las procesiones de Semana Santa les pusieron en el pecho cruces de terciopelo carmesí y los convirtieron de perseguidores de Cristo en perseguidores de herejes de los que los amigos del santo habían metido en costura.

Cuenta, pues, la historia, que antes que a la casa de placer o castillo llegasen, se adelantó el duque y dio orden a todos sus criados del modo que habían de tratar a don Quijote; el cual, como llegó con la duquesa a las puertas del castillo, al instante salieron dél dos lacayos o palafreneros, vestidos hasta en pies de unas ropas que llaman de levantar, de finísimo raso carmesí, y, cogiendo a don Quijote en brazos, sin ser oído ni visto, le dijeron: -Vaya la vuestra grandeza a apear a mi señora la duquesa.

Los comisionados hicieron desde luego presente á los diputados, que esto no era asequible, ni era decente que se hiciera la fiesta fuera del altar mayor; con cuyo motivo desengañados de la imposibilidad de que se admitiese esta propuesta, habian convenido en que la fiesta se celebrase en el altar mayor, si el cabildo les permitia sentarse en bancos teniendo almohadas de terciopelo carmesí, pero el cabildo se negó tambien á esta propuesta, fundado en que la Iglesia de la Seo era Capilla Real, y nadie sino los reyes podian usar en ella de almohadas de seda de aquel color.

De aquí proviene que el Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza lleva siempre almohadas de terciopelo negro á esta iglesia y la del Pilar, al paso que usa de las de carmesí en otros templos como lo he observado siendo síndico. Estas gestiones hacen ver la persuasion en que estaban los diputados del bautismo de SANTA ISABEL en el templo de la Seo.

Y allí, a mi lado, aplastando todos mis pensamientos, como la sombra de una esfinge gigante se expande y alarga sobre las arenas del desierto, estaba de pie ese corpulento monje, de tez bronceada, pies descalzos, hábito de un carmesí desteñido, su cintura ajustada por un cordel de cáñamo, y con un semblante de misterio, mientras dentro de su corazón se encerraba el gran secreto que había sido legado a y que ocultaba el origen de la fortuna de Burton.

Con corta diferencia se hallaba todavía en el estado en que la pinta Cervantes, pues las representaciones se hacían, ordinariamente, sin más aparato que unas cortinas de indiana ó lienzo pintado, pendientes de una cuerda, que atravesaba de una parte á otra la embocadura, á diez palmos de elevación; el foro lo formaba también una cortina de tafetán carmesí, y ésta tenía detrás otra, á distancia de ocho palmos, con lo cual se figuraba algún solio ó cosa semejante.

Palabra del Dia

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