Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 2 de julio de 2025


Atravesó después un largo corredor, abrió otras dos puertas, y se encontró al fin en un pequeño aposento, en el cual había únicamente una gran mesa cubierta de papeles y legajos en el testero de la mesa, un sillón de terciopelo carmesí, con las armas del duque bordadas; detrás, en la pared, un retrato de cuerpo entero del rey; á los dos lados, contra la pared, dos secreteres de ébano incrustados de plata, nácar y concha, y delante de la mesa, un sillón más modesto, destinado sin duda á un secretario; una magnífica alfombra y algunos excelentes cuadros, completaban el aspecto de aquel aposento, que era el camarín reservado de despacho del secretario universal del rey.

La marquesa de Vegallana, todavía de azul eléctrico, se levantó de su silla de raso carmesí con respaldo de nogal, y abrazó sin que pareciera mal, a su querida Anita. Hija, gracias a Dios, creía que era el desaire ciento uno. La Marquesa también había puesto empeño en que Ana asistiera al baile y a la cena, «que tendría la élite en petit comité». Todos estos galicismos los había importado Mesía.

Tenía el Cabildo de esta ciudad en este teatro tres aposentos propios para asistir á las comedias sus capitulares, con gran autoridad, en sus bancas cubiertas de terciopelo carmesí, que se repetirá en su restauración. Sevilla, 1582. Probablemente este Francisco de la Cueva es el mismo escritor á quien Lope de Vega dedicó su comedia La mal casada. Ximeno, Escritores del reino de Valencia, lib.

Una vez en posesión del libro apetecido, nuestro mancebo corría a sentarse al lado de la chimenea y se dejaba tostar las pantorrillas, mientras el cerebro navegaba por los mares ignotos de la metafísica; primero faltaría el sol en su carrera, que nuestro estudiante en una de las butacas de terciopelo carmesí del Ateneo.

Quedóse Carmen sola, sentada en el sofá de terciopelo carmesí, muy fofo y deslucido. Sobre la blancura agria de la cal destacaban en las paredes unas láminas cromadas, con marcos de madera un poco apolillados. En lontananza una consola sostenía sendos fanales colmados de flores de trapo, incoloras y deformes.

Luego que llegaba S. M. á la puerta del Portillo, entraba bajo el palio á caballo, y se apeaban los jurados, Gobernador y Zalmedina. Todos iban con ropas de damasco carmesí, aforradas las mangas de las de los jurados y Zalmedina de tela de plata, y las de los ciudadanos, que llevaban las 12 varas del palio, de raso blanco.

Y dos meses estuvo almorzando pechugas de faisán con vinos olorosos, y paseando por el jardín con su capa de armiño y su sombrero de plumas, hasta que un día vino un chambelán de casaca carmesí con botones de topacio, a decirle que la reina lo quería ver, sentada en su trono de oro. Estoy cansada de ser reina, Loppi. Estoy cansada de que todos estos hombres me mientan y me adulen.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando