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Actualizado: 1 de junio de 2025


Si, está loco dijo Chaleco; y si no está loco, está bo ... bo ... borracho. ¡Eso es ... eso ... borracho! gritó Calleja, que al fin había necesitado apoyarse en la pared para no caer en tierra."

Esta no es noche de sangrías. ¡A casa de Morillo! Señores ... yo quisiera cumplir ... porque ya ven ustedes ... mi profesión. La ciencia es lo primero. No vayas, Calleja. Señores, volveré en seguida. A ver añadió abriendo la puerta de su casa, ciudadana, tráeme las lancetas.

Por las noches, Barriobero traducía para Jorro o para Calleja; despachaba un volumen «católicamente» mutilado en un par de sesiones, y con las pesetas que esta labor de negro le producía, nos íbamos a comer arroz, condimentado por sus manos largas, frías y pulidas de cardenal galante, a un ventorro de los Cuatro Caminos.

No cayó; descendió sin prisa del lado de Traslacerca, tranquilo, acostumbrado a tal escalo, conocido ya de las piedras del muro. Don Víctor le vio desaparecer sin dejar la puntería y sin osar mover el dedo que apoyaba en el gatillo; ya estaba Mesía en la calleja y su amigo seguía apuntando al cielo.

Francisco Jiménez de Cisneros. Miguel González de Cunedo. Jerónimo de Cifuentes. Ambrosio de Cuenca y Argüello. Juan Hurtado Cisneros. Antonio Cardona. Diego Calleja. Jerónimo Cruz. Gabriel del Corral. Bartolomé Cortés. Pedro Correa. Francisco Cañizares. Antonio de Castro. Juan Delgado. Diego la Dueña. Pedro Destenoz y Lodosa. Diego Enríquez. Rodrigo Enríquez. Andrés Gil Enríquez.

La tarde á que nos referimos era casualmente cierto lo que nuestro amigo Calleja, enterado oficial de la Fontana, contaba en uno de los grupos formados en la Carrera. Pues qué, ¿no saben ustedes? decía bajando la voz y haciendo unos gestos dignos del único espartano que, escapado en las Termópilas, llevó á Atenas la noticia de aquella catástrofe memorable. ¿No saben ustedes?

Huyendo, pues, de encontrarle en alguna calleja ó sentado en el banco del portal de su padre, como suele estar todos los días, el seminarista ha salido tarde de su celda con el objeto de entrar de noche en el pueblo; y esto es lo que explica su tardanza, que ya va metiendo en cuidado á la tía Simona.

No dijo el joven tranquilizándole, no le quitaré á usted el mando de este barrio ni de otro ninguno; yo no mando barrios. Bien decía yo repuso el barbero con la mayor satisfacción que usted no me quitaría el mando de mi barrio; pero creía que le habían mandado por no tener confianza en mi. Pero ha de saber usted que donde está Calleja la libertad está asegurada.

¿Qué desgracia? no señor, que los señoritos y las señoritas ya estaban en casa muy tranquilos cuando ustedes estarían llegando a mitad del monte... apenas se han mojado.... Yo salí, por orden de la señora Marquesa, en su busca apenas comenzó a llover.... Fui con el carro y el toldo encerado a la calleja de Arreo donde sabía yo que el señorito Paco había de parecer, porque aquel es el camino más corto y la casa de Chinto está allí, a los cuatro pasos.... En casa de Chinto estaban todas las señoritas, que no se habían mojado apenas... porque en el monte cuando empieza el chaparrón se está como a techo.... De modo que todos están en casa muertos de risa, menos la señora doña Anita que teme por usted y... por este señor cura....

Esta mano protectora era la mano robusta de la mujer de Calleja, la cual, desconcertada y trémula al ver desde el rincón de su tienda la actitud terriblemente agresiva de su esposo, dejó con rapidez la labor, echó en tierra al chicuelo, que en uno de sus monumentales pechos se alimentaba, y arreglándose lo mejor que pudo el mal encubierto seno, corrió á la puerta y libró al pobre Carrascosa de una muerte segura.

Palabra del Dia

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