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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Cállate, niño, cállate. Así es como se visten las damas, sí en verdad respondió el padre, que agregó, sin embargo, a media voz, dirigiéndose al señor Macey . La verdad es que eso le da un aspecto singular. Casi se parece a una botella de cuello corto con una gran pluma adentro. Ahí tenéis, a la fe mía, al joven squire que comienza a bailar con la señorita Nancy. Esa sí que está a vuestro gusto.
Y después de negarse á un gasto doméstico de doscientos francos, empleaba cinco mil en una compra innecesaria, sólo porque representaba, según él, una gran pérdida para el vendedor. Julio y su hermana protestaban ante doña Luisa. Chichí llegó á afirmar que jamás se casaría con un hombre como su padre. ¡Cállate! decía escandalizada la criolla . Tiene su genio, pero es muy bueno.
Insistió, cada vez más escandalizado; pero Conchita cortó rudamente sus recriminaciones: ¡Cállate! Como eres un tonto, crees que todos los jóvenes han de ser iguales a ti. Roberto es como es y basta. Yo contenta, pues todos satisfechos. Y le volvió la espalda desdeñosamente.
UN MAJO. ¡Vamos, cállate, cállate, joven de las cintas! vuélvete a la calle del Fideo a tocar la guitarra y a echar flores a los transeúntes detrás de tu celosía. Si has visto al gitano de tan cerca, es que seguramente el verdugo te habrá ayudado muchas veces a ponerte la mantilla, y te habrá protegido en estas circunstancias.
Cállate; Juanín me entiende, a pesar de que parece muerto. No tardaré en reunirme con él... por eso no lloro... no vale la pena; es una separación de un par de años... un viaje. Pero cuando lo vea otra vez, tengo la certeza de que me abrazará agradecido y me llamará ¡tiíto!, como cuando era pequeño y pasaba los domingos jugando en los porches de mi casa.
¡Mátame! ¡Seré suya hasta la tumba! ¡Cállate, o te mato! ¡Hasta la tumba! No hay uno solo de mis pensamientos, ni un latido de mi corazón, ni un movimiento de mi alma, ni una fibra de mis carnes, que no sea suya... Yo alcé el arma. La mirada fulguraba, su voz cantaba: En la vida, hasta más allá de la muerte, de él solo... El tiro partió...
Y tuve mérito, porque la escena era divertida. ¡Cállate, hija mía, cállate!... Ese ganapán, ese perdido merecería seis meses de castillo por haberse permitido pensar en ti... ¡Si volviera el antiguo régimen! Si se nos permitiese solamente hacer que nuestros criados dieran una buena paliza a esos insolentes... acentuó la señora de Brenay, no pasarían estas cosas.
Elena, cuyo corazón hacía temblar el presentimiento de una revelación suprema, tendió las manos en la obscuridad, haciendo un gesto suplicante; pero Marta había recuperado un poco de sangre fría y murmuró, mientras depositaba otro beso más en la frente de su hija: No, no, no ha llegado todavía el momento de la revelación. Cállate, luz de mis ojos, mi esperanza, mi felicidad, no me preguntes nada.
Al decir esto se desnudaba para acostarse. «Yo también soy pobre afirmó Isidora ; pero con el tiempo, tal vez dentro de poco, tú y yo estaremos bien y tendremos todo lo necesario y aún más. La señorita gasta y come bien, y tiene a su hermanito muerto de hambre gruñó él, acostado ya. No seas tonto. Cállate y duerme. Si mañana no me das dinero, salgo a la calle y pido limosna. Ya sé yo cómo se pide.
Tú no saber. Que cuente la historia de Nicolasa y cómo a él le cogieron en Madrid para llevarle a San Bernardino, y ella fue al espital; y estando él una noche durmiendo, se le aparecieron dos mujeres del otro mundo, verbigracia, ánimas, para decirle que la Nicolasa hablaba en el espital con uno que le iban a dar de alta... No ser eso, no ser eso: cállate tú.
Palabra del Dia
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