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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Perla, al ver los rosales, empezó á clamar por una rosa encarnada, y no quiso estarse tranquila. Cállate, niña, cállate, dijo la madre encarecidamente. No llores, mi querida Perla. Oigo voces en el jardín. El Gobernador se acerca acompañado de varios caballeros. Cállate. En efecto, por la avenida del jardín se veía cierto número de personas con dirección hacia la casa.

Y , me parece que estás algo ido, porque cuidado que has dicho disparates. Cállate la boca, estúpido... dijo Nicolás, sulfurándose. ¿Sabes lo que te digo? gritó Juan Pablo, alzando arrogante la voz , que a no se me manda callar, ¿estamos? He tenido el honor de decirle cuatro frescas al obispo de Persépolis, y quien no teme a las sotanas moradas, ¿qué miedo ha de tener a las negras?...

Encastillada en su grandeza intelectual y sentimental, contemplaba con benignidad de ordinario, la ruindad de sus compañeras, y dejaba pasar sin correctivo sus palabras soeces. Pero en ocasiones como ahora, en que por causas desconocidas se hallaba un poco nerviosa, no podía menos de atajarlas. Vamos, hija, cállate ya, que tienes una lengua más susia que la de lo tío de la Caleta.

Pues a estas horas, estando esto tan solitario dijo de pronto ya podía el señor Pepe venir aquí y hablar con usted. Cállate y escucha. Con quien quiero hablar ahora, es contigo. Mande Vd. ¿Eres capaz de hacerme un favor? La verdad, y sin que nadie se entere. ¿Ni el señor Pepe? Menos que nadie. El chico la lanzó una mirada que no pudo ser más expresiva.

No te negaré yo que era algo esprit fort en su mocedad pero ya se habrá enmendado. Por lo demás, siempre fué el Comendador pundonoroso, hidalgo y bueno. ¿Qué tienes que decir contra su moralidad? Cállate, Valentín, que no dices más que sandeces.

Cállate, y déjame oír... ¿Qué notas?... ¿qué? Pero ten paciencia. Aguarda... Pues esto está muy malo. Hay aquí dentro un zipizape de mil demonios. ¿Qué clase de ruido sientes? La sístole es demasiado fuerte y... Algo de eso. El empuje de la corriente sanguínea... ; pero prevalece un síntoma muy perro, un síntoma... ¿Cuál es?, dímelo. ¿Cómo se llama? Amor. ¡Vaya! Llamaré otro médico.

Por momentos sentí cerrárseme los ojos y que la cabeza se me ponía pesada, pero me fue imposible dormir. Continuaba sin cesar zumbándome en los oídos aquel «cállate, te lo suplico», tan melancólico y tan dulce. Tampoco dormía el infeliz. Lloraba.

Cállate, Nolo. no comprendes. Belarmino es un grande hombre. Y Apolonio, él es también un otro grande hombre. Yo quiero mostrarles cuánto les amo y les admiro. Es por esto que les llevo estas gruesas tartas de Pascua y las gruesas fuentes de natillas, y muchas de docenas de gruesos pasteles, como los otros años, ¡tantos!, en este mismo día.

¡Cállate gritó Miranda desatentado ; cállate y no digas necedades! prosiguió con esa grosería conyugal de que no se eximen ni los hombres de buen tono . Antes de casarte, debieras haber aprendido a conducirte en el mundo, para no ponerme en evidencia y no hacer ridiculeces de mal género; pero no de qué me quejo; no debí esperar otra cosa, al casarme con la hija de un tendero de aceite y vinagre.

Y la mañana siguiente, la primera señal que dió la niña de estar despierta fué levantar la cabecita de la almohada y hacer la otra pregunta que de tan extraño modo había asociado á la letra escarlata: Madre, madre, ¿por qué tiene siempre el ministro la mano sobre el corazón? Cállate, niña traviesa, respondió la madre con una aspereza que nunca había empleado hasta aquel momento.

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