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Actualizado: 3 de junio de 2025


Furiosa esta turba de presuntuosos teólogos, como si se hubiera maquinado echar por tierra i arrancar hasta sus fundamentos, el alcázar de la Fe Católica, discurria por todas partes bramando de coraje contra el laborioso Antonio de Lebrija i llamándole temerario i sacrílego.

Sacudírselo no podía el animal rabioso, porque la coyuntura de la rodilla la tiene el elefante tan cerca del pie que apenas le sirve para doblarla. ¿Y cómo se salva de allí el cazador? Corre bramando el elefante.

¡Ah!... ¡re-sangre! si digo que voy a echar al gato esa lengüecita... dijo Tablas abalanzando sus pesadas manos hacia la cara de la Pimentosa. Quita allá esas aspas de molino replicó ella rechazando con extraordinaria energía las manos de su hombre. Maldita sea la hora.... Bramando así con insensata ira, Tablas hizo un gesto, o instantáneamente enganchó en su garra el moño negro de la giganta.

Fué, que el bravo Ismail, harto empeñado en la revuelta bárbara pelea, el caballo perdió: cercado vióse de cristianos sin fin, que á grande priesa su desclavado arnés crujir hacian de rudos golpes bajo lluvia densa. ¡Es el Rey de Granada! voceaban. ¡Á prision recibidle! ¡No! ¡que muera! y el tumulto arreciaba á cada instante bramando en torno de la régia presa.

El público en masa se había puesto de pie, braceando y gritando. ¡Un toro manso! ¡Qué abominación!... Volvíanse todos hacia la presidencia bramando su protesta: «¡Señor presidente! Aquello no podía consentirseDe algunos tendidos comenzó a salir un coro de voces que repetían las mismas palabras con monótona entonación: ¡Fuego!... ¡fueeego! El presidente parecía dudar.

Aquí y allí, una chimenea, la fatigosa actividad de una fábrica, tráfico por todas partes, mercerías, bar-rooms, tiendas, la calle moderna, con sus enormes anuncios, sus letreros, sus reclamos, un inmenso cuadro de madera Take the Erye Railroad!, el hormiguero humano en el afán del lucro... ¡y el Niágara bramando a lo lejos!

Vamos, explícate: ¿confesó que le era simpática?... ¡El siempre le echa unos ojos!... Carmen, obligada a responder, torpe y confusa, dijo sencillamente. Me ha dicho que no piensa casarse nunca. La señora, descompuesta en un instante, bramando de furor, alzó los brazos sarmentosos sobre la cabeza de la niña. Luego se tiró de los pelos.

Bien advirtió Paco que la palabra mágica que le abría la puerta de aquel encantado recinto era el nombre de la señora de don Braulio González, por quien dijo que venía enviado. Fuese como fuese, le hicieron entrar en el despacho, donde aguardó más de media hora bramando de cólera y de impaciencia. El Conde, no obstante, había hecho prodigios inusitados de prontitud para vestirse.

Rozando las del peñón y la del cerro hasta desaparecer hacia la izquierda por el boquete que quedaba entre el extremo inferior del cerro y la montaña, bajaba el río a escape, dando tumbos y haciendo cabriolas y bramando en su cauce angosto y profundo, cubierto de malezas y de misterios.

Interior de una cabaña; Azucena estará sentada cerca de una hoguera; Manrique a su lado de pie. MANRIQUE y AZUCENA AZUCENA, canta. Bramando está el pueblo indómito, de la hoguera en derredor; al ver ya cerca la víctima, gritos lanza de furor. Allí viene; el rostro pálido, sus miradas de terror, brillan de la llama trémula al siniestro resplandor. MANRIQUE. ¡Qué triste es esa canción!

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