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Actualizado: 22 de junio de 2025
Para que un Gobernadorcillo pueda cumplir con la costumbre, ha de ser rico, y como ya sabemos que el indio por nada prescinde de aquellas, de aquí, que aseguramos lo es. Alumbró el domingo, y el primer rayo de luz que se desprendió de los cielos, fué saludado con el estruendo de los versos, el volteo de las campanas, el reventar de las bombas y los acordes de la música.
No, no era un amigo recomendable... Pero ahora don Marcelo experimentaba un profundo trastorno en la apreciación de las ideas ajenas. ¡Había visto tanto!... Los procedimientos terroríficos de la invasión, la falta de escrúpulos de los jefes alemanes, la tranquilidad con que los submarinos echaban á pique buques pacíficos cargados de viajeros indefensos, las hazañas de los aviadores, que á dos mil metros de altura arrojaban bombas sobre las ciudades abiertas, destrozando mujeres y niños, le hacían recordar como sucesos sin importancia los atentados del terrorismo revolucionario que años antes provocaban su indignación.
Los dos experimentaron cierta emoción al pensar que el enemigo estaba á tan corta distancia, oculto en el suelo, en una invisibilidad misteriosa que aún le hacía más temible. ¡Si surgiese de pronto con la bayoneta calada, con la granada de mano, los líquidos incendiarios y las bombas asfixiantes para asaltar el reducto!...
El día 23 es siempre en mi calendario víspera de desgracia; y a imitación de aquel jefe de policía ruso que mandaba tener prontas las bombas las vísperas de incendios, así yo desde el día 23 me prevengo para el día de sufrimiento y de resignación; y en dando las doce, ni tomo vaso en mi mano por no romperlo, ni apunto carta por no perderla, ni enamoro mujer porque no me diga que sí, pues en punto a amores tengo otra superstición: imagino que la mayor desgracia que a un hombre le puede suceder, es que una mujer le diga que lo quiere.
Fuera ya de sus fincas y comprendiendo por el continente reflexivo del excusador de Peñascosa que su ánimo seguía embargado por pensamientos serios, D. Restituto quiso volver a la carga, aunque le pareciese sobradamente demostrado que todas las dudas de su compañero no eran más que bombas de jabón, las cuales deshace con un soplo cualquiera que haya saludado siquiera la Sagrada Teología.
Estos no sólo transportaron los heridos a la tercera y a la segunda batería, sino que también pusieron mano a las bombas, mientras sus carpinteros trataban de reparar algunas de las averías del casco. Rendido de cansancio, y juzgando que Don Alonso podía necesitar de mí, fui a la cámara. Entonces vi a algunos ingleses ocupados en poner el pabellón británico en la popa del Santísima Trinidad.
Ya todos en el salón, la capitana y su marido se arrodillan delante de un altar provisional en el que se coloca la imagen, á cuya advocación está el pueblo; el Alcalde coge el bastón y el párroco la corona, se pronuncia por el último una oración, se coloca sobre la cabeza de la capitana la corona, se entrega el bastón al capitán, y repetidos vivas atruenan el Tribunal; suena la música, se hacen disparos, revientan bombas y cohetes, y en medio de esta alegría y algazara, las dalagas cubren de flores á la capitana.
Hasta la alta techumbre llegaban los conos pintados de rojo con aros negros; torreones de madera semejantes a las antiguas torres de asedio; gigantes que daban su nombre al departamento y contenían cada uno en sus entrañas más de setenta mil litros. Bombas movidas a vapor trasegaban los líquidos, mezclándolos.
Si no tiene escape, don Alejandro; y aunque le tuviera, ¡voto al draque! por el bienestar de una hija se tragan bombas con espoleta, cuanto más insignificancias como la de la máxima esa, que no es artículo de fe y menos entre cristianos... Y dígame ahora con toda franqueza y hablando en perfecta seriedad, ¿desde cuándo siente usted esas tentaciones tan fuertes de transigir?... Porque anoche estaba usted duro como una pena.
Al hacerlo comprendimos que la tripulación estaba alborotada; pudimos retirar las bombas sin que nos atacaran. Los marineros fueron a ver al capitán enardecidos, como locos, con los ojos inyectados, fuera de las órbitas. El capitán repitió varias veces que no había agua, que se contentaran con la media ración. Dicho esto se sentó cerca de la ballenera a charlar con el doctor Cornelius.
Palabra del Dia
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