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Actualizado: 7 de julio de 2025


El caballero sonrió bondadosamente y sacando del tarjetero diez billetes de a veinte duros, los colocó sobre la falda de Magdalena diciendo: Para alfileres: y ya puedes agradecerlo... Mis chicas tenían no qué capricho... cosas de muchachas. Otra vez será. Ella, dando por terminado aquel incidente, tiró sobre el tocador los billetes y continuó: ¿Qué hiciste luego? ¿Por qué no viniste de noche?

Torquemada hizo una separación de billetes, dando la mayor parte a doña Lupe. «Los seis mil reales de usted... dos mil míos. Buen chiripón ha sido este. Yo los contaba, como quien dice, perdidos, porque el tal Joaquinito está, según , con el agua al cuello. ¿Quién será el desgraciado a quien ha dado el sablazo? A bien que a nosotros no nos importa». Como no le hemos de prestar más...

Y el acicalado millonario de la calle de Verneuil, arrojó dos billetes de a mil francos al rostro de su esclavo, diciéndole: ¡Toma, infame! El dinero es lo de menos; pero me has hecho gastar lo menos cien mil escudos de paciencia. Vete ahora mismo de aquí; sal de mi casa para siempre, y haz de modo que nunca jamás, en mi vida, vuelva a oír pronunciar tu nombre.

Los billetes se esconden tan fácilmente, que no hay manera de encontrarlos. Pero tenía doña Lupe tan fino olfato para descubrir dinero, que estaba segura de dar con los billetes si los había. «¿Tendralos cosidos en la ropa? pensó . Puede ser. Esa socarrona parece que no sabe jota, ¡y sabe más...!». En la cómoda no había nada que a dinero se pareciese, ni tampoco cartas.

He hecho mentalmente el balance de mis fondos, y resulta que en el trascurso de dos meses, algo menos, he gastado sobre dos mil reales con que llegué á Paris, más dos billetes de á mil francos, sin contar cerca de cien duros que nos costó el viaje. De modo que desde nuestra salida de Madrid, hemos gastado, sobre seiscientos duros, la mitad exacta del capital que destinamos á la expedicion.

La costumbre de tratar con hombres muy distintos, no obstante, la hizo incurrir en fatales equivocaciones que atormentaron mucho al joven. Se levantó a buscar su manguito y sacó de él una cartera muy linda. ¡Oh! Es muy bonita dijo él tomándola y llevándola a los labios . La traeré siempre conmigo. Pero al abrirla quedó consternado. Dentro había un montón de billetes de Banco.

Nada mas curioso y romántico que un concierto nocturno de ese coloso de plomo. Todos los viajeros y curiosos que quieren oirlo compran sus billetes para cierta hora, de modo que la catedral se convierte en una sala de concierto.

Como él tiene instrucción y yo... algo entiendo de ciertas cosas, discutimos sobre la cuestión A o la cuestión B. Yo le aprieto de firme y él se defiende con retóricas... Vamos, vamos a concluir esto dijo Melchor con impaciencia . Tenemos que de los veinticuatro mil billetes quedan sin vender y a beneficio de la Administración seis mil quinientos...».

El capitán parisién, elegante y gracioso, habló igualmente de su pasado. Yo, antes de la guerra, trabajaba en la reventa de billetes de los teatros del bulevar. No tengo otro oficio.

Había estado en un tris... Sin duda no le pasaba por la imaginación a su marido la idea ni aun la sospecha del desfalco, y aunque solía repasar los billetes sólo por gusto, en aquella ocasión no lo hizo sabe Dios por qué.

Palabra del Dia

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