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Actualizado: 7 de julio de 2025
A Rosalía se le encendieron los espíritus cuando vio los billetes. Pero se le llenaron de tinieblas cuando la condenada chica de Sánchez volvió a meter el dinero en lo profundo, y moviendo la cabeza, le dijo: «¡Ay!, no puedo, señora, no puedo...».
Yo intervengo: indudablemente, el jefe de la estación de Bargas puso una fecha atrasada al troquelarles sus billetes. Porque estas dos viejas vienen de Bargas. Y luego, cuando al fin han pasado y hemos subido al coche, me han contado su historia. Ellas vienen a Madrid todos los sábados por la tarde; regresan los lunes por la mañana.
Los puestos, los palcos y lunetas, á pesar de su incomodidad y su grosera estructura, cuestan en lo general, en las plazas de toros, respectivamente lo mismo que en los teatros. Es increible el interes que el espectáculo despierta, dando lugar á la ventajosa especulacion que hacen los revendedores de billetes.
Pero los amigos del doctor le contestaban con risas. ¿Dejarse vencer el Chiquito?... Y como prueba de su confianza, enseñaban de nuevo los fajos de billetes. Más de cincuenta mil duros iban á apostar entre todos, si es que los de Azpeitia tenían redaños para hacerles cara.
Imaginar en Salamanca equivale á fundir barras de oro. Idear es hacer dinero. No tiene entendimiento como los demás. Su entendimiento es una fábrica de moneda, de billetes y talones de Banco. Salamanca camina por donde camina todo el mundo; nadie oye nada; él oye ruido bajo sus piés; se baja; escarba con el dedo, y halla un tesoro. Adivina donde hay tesoros, como Colon adivinó la América.
Mi criado Mauricio se asombró al verme entrar con tan mala compañía, y mucho más cuando me encerré con ella en mi gabinete. De hoy en adelante, la dije, puede usted contar con doce duros mensuales. Además, como supongo que carecerán ustedes de todo, tome usted estos dos billetes de a mil reales, y empléelos en ropas y utensilios. Todos los meses venga usted por la cantidad que asigno a Amparo.
Por fin, la Sánchez puso en su mano los billetes... ¡Oh!, ¡qué descanso sintió en su alma la desdichada señora!... Por si a la diablesa se le ocurría quitárselos, decidió marcharse sin tardanza. «¿Qué, se va usted?». Es muy tarde. No puedo perder ni un minuto. Ya sabes que te lo agradezco mucho. ¡Ah!... ¿Quieres que hagamos un recibito?
En la caja habían entrado ya los primeros billetes del Banco de San Fernando, que sólo se usaban para el pago de letras, pues el público los miraba aún con malos ojos.
Y con eso ganó una fortuna de más de dos millones de libras esterlinas, que todavía las gentes consideran un misterio. Sin embargo, no hay misterio en esos montones de cauciones que están depositadas en sus Bancos, como no lo hubo en el dinero con que las compró rió. Fue en buenos billetes del Banco de Inglaterra y en sólidas monedas de oro del reino.
Doña Constanza, mientras tanto, otra dama enamorada de Don Juan, cuya suerte le sigue interesando, forma el proyecto de explotar la cólera del Príncipe, escribiéndole billetes amorosos y dándole citas nocturnas bajo el nombre de Doña Sol.
Palabra del Dia
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