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Actualizado: 7 de julio de 2025


Pero, llevado en volandas por el rebullir continuo de la muchedumbre, fué a dar sobre el levitón de don Raimundo, en éxtasis ante la pirámide de billetes de la sala contigua. Usted dispense tartamudeó el muchacho aterrado.

Y designaba con los ojos a los ocupantes de la mesa inmediata. Gente buena, pero escandalosa continuó ; cow-boys en traje de domingo, que van a estudiar la ganadería de las Pampas; comisionistas de Nueva York, que sacan a puñados los billetes de Banco de los bolsillos del pantalón y necesitan cantar a cada momento para que se fijen en ellos... Ya se han bebido seis botellas y roto dos.

Doy mi parte por cien mil francos en billetes dijo con voz grave. Y mientras los demás reían, él quedó con la mirada fija en Novoa. ¡El mar!... ¡quién diría que el mar!... Aquel sabio sabía mucho; y él, con repentina veneración, se propuso escucharlo siempre. Una noche, Atilio y el príncipe comieron solos.

Uno de ellos, aburrido de su inmobilidad en la movilidad del tren, propuso una partida de monte, con apuestas de menor cuantía. A falta de naipes nos rogó á todos que le diésemos nuestros billetes de trasporte, y con ellos arregló, pintando números en los reversos blancos, cuatro pares de ases, doses, treses y cuatros.

Las cosas están en feliz reposo, cuando se hallan en su lugar natural; el lugar del corazón humano es el corazón de Dios, y el suyo está en este asilo seguro. Coma otro confite. ¿Qué es eso, hijo mío, qué es eso? Yo estaba colocando sobre el breviario abierto, en una página del Evangelio de la pobreza, un fajo de billetes del «Banco de Inglaterra», y balbuceé: Un recuerdo para sus pobres...

Tu padre se arruina. ¡Y qué! ¿No hizo esa fortuna en otro tiempo? ¿Tenia quizá alguna escritura en que la eternidad le prometia amparar sus buques ó sus billetes? Hoy pierde lo que ganó ayer. ¿Quién te ha dicho que la pérdida, como la ganancia, es otra cosa que un accidente en la vida de un comerciante?

¿Cantaréis, María? le preguntó el duque. ¿Y por qué no? respondió esta. Ya dijo el duque que habéis visto muchas de las buenas cosas que encierra Sevilla. Stein vive de entusiasmo y ya sabe de memoria a Ceán, Ponz y Zúñiga. Pero lo que no habéis visto es una corrida de toros. Aquí quedan billetes para la de esta tarde.

El duque transigía, en cierto modo, con el espíritu moderno: había comprado bienes nacionales, lo cual le hacía relativamente liberal; era individuo de varios consejos de administración de sociedades de crédito; viajaba con billetes de libre circulación; defendía las instituciones; hablaba del turno pacífico, y se llamaba conservador.

El pánico se había apoderado de los hombres de negocios: por la Bolsa, por todos los círculos financieros soplaba un viento helado de muerte; los más audaces huían; los más valientes se apresuraban a poner en salvo su dinero; a las puertas del Banco de España se acumulaba la muchedumbre para cambiar por plata los billetes.

En cambio de estos servicios, el sepulturero ayudaba en sus amores al escritor, que era por extremo sensible, idealista de la clase más anticuada, si bien esto se compensaba por su habilidad en escribir billetes amorosos, manifestación literaria á que sólo sus artículos políticos podían igualarse.

Palabra del Dia

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