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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Es seguro que el dinero que tomemos, por enrevesado que sea el método de tomarle, nos ha de costar lo mismo o más que por el método sencillo y expeditivo de emitir Treses. Trasmitida la operación al idioma pintoresco del vulgo, será siempre tirar de los pies a un ahorcado.

Uno de ellos, aburrido de su inmobilidad en la movilidad del tren, propuso una partida de monte, con apuestas de menor cuantía. A falta de naipes nos rogó á todos que le diésemos nuestros billetes de trasporte, y con ellos arregló, pintando números en los reversos blancos, cuatro pares de ases, doses, treses y cuatros.

891 Hay hombres muy inocentes y que a las carpetas van; cuando azariados están -les pasa infinitas veces- pierden en puertas y en treses, y dándoles mamarán. 892 El que no sabe no gana aunque ruegue a Santa Rita; en la carpeta a un mulita se le conoce al sentarse, y conmigo era matarse: no podían ni a la manchita.

Nené traviesa. ¡Quién sabe si hay una niña que se parezca a Nené! Un viejito que sabe mucho dice que todas las niñas son como Nené. A Nené le gusta más jugar a «mamá», o «a tiendas», o «a hacer dulces» con sus muñecas, que dar la lección de «treses y de cuatros» con la maestra que le viene a enseñar. Porque Nené no tiene mamá: su mamá se ha muerto: y por eso tiene Nené maestra.

Bien se puede apostar que a nadie se le ocurriría, en nuestro siglo, disculpar a San José de haber sido carpintero, y suponer que tenía Treses o Billetes hipotecarios. Ni por la nobleza de sangre se disculpaba la pobreza; antes el tener dinero ha sido en todos los siglos origen de hidalguía. Dineros son calidad, Más vale el din que el don, son refranes que corroboran mi aserto.

El dueño de aquella casa era don Gaspar Villarroel, caballero viudo, riquísimo propietario de haciendas en casi todas las regiones de España, accionista del Banco, tenedor de sumas enormes en dollars norteamericanos, en cuatros de la Deuda francesa y en treses de la de Inglaterra: y aquellas sombrillas olvidadas, las labores que por las ventanas se veían y los cantares llenos de poesía eran de Helena, su hija única, de veinte años, que andando el tiempo había de ser muchas veces millonaria.

Palabra del Dia

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