Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de octubre de 2025
Y la moneda, la indecente moneda, ¿de quién es? preguntó con lastimero acento la señora . Contéstame. También es de Dios, porque Dios hizo el oro y la plata... Los billetes, no sé... Pero también, también.
Se puede ir a presidio lo mismo que cuando se abusa para el mal. Ya sabe usted mi nombre... Sí, sí señor: sé que la influencia de usted basta para sacarme de un atolladero... sin embargo... Sé que deben recompensarse estos servicios, añadí sacando algunos billetes y poniéndolos sobre la mesa bajo mi mano. ¿Es urgente la resolución de ese negocio? me dijo el comisario. Urgentísima.
Arreglado el asunto, previo examen de papeles, en lo que no hubo dificultad, recibieron los herederos de Rafaelito Antrines, a cuenta de su pensión, cantidad de billetes de Banco que a entrambos pareció fabulosa, por causa, sin duda, de la absoluta limpieza de sus respectivas arcas.
Los billetes que, sin saber cómo, a mis manos venían, eran infinitos, llenos de enamoradas razones y ofrecimientos, con menos letras que promesas y juramentos.
Recibió por fin a Núñez, que diariamente le enviaba billetes inflamados; intimó con las amigas que se desvivían por distraerla y entró a formar parte de aquella sociedad divertida y galante. Fue una rebelión, una necesidad de su naturaleza, que de otro modo hubiera sucumbido.
Echaba de menos aquella epidermis pringosa que los verdaderos billetes tienen; ¿pero cómo obtener esto? Pareciole imposible, aunque sus manos estaban muy bien preparadas para el objeto.
Y miraba su oficina, la ancha acera, con su incesante corriente de transeúntes y sus vendedores, de plantón, pregonando billetes del próximo sorteo, gomas para los paraguas, libros baratos y perrillos de cría con un cascabel al cuello. Se despidió Maltrana del señor Manolo, luego que éste le prometió interceder cerca del Mosco para que los perdonase.
En las esquinas inmediatas a los talleres de modistas esperaban los estudiantes y los viejos verdes, acariciando en el bolsillo los billetes para ver una pieza en Eslava, o las entradas de favor para bailar en La Sutil.
Y para demostrar su confianza bromeó con la vendedora de billetes. Luego estrechó una mano del hombre que guardaba la puerta su antiguo enemigo , dándole un cigarro barato que había comprado momentos antes. Los pequeños regalos mantienen las amistades. Tome usted, señor. Dentro de la sala saludó á la acomodadora como si fuese una antigua conocida.
Si recibe cartas y billetes de tanto pretendiente, es por pasar el rato y tener un motivo más de risa y fiesta. EVARISTA. ¿Pero cómo llegan a casa...? BALBINA. ¿Las cartas de esos barbilindos? Aún no lo sé. Pero yo vigilo a Patros, que me parece... EVARISTA. Mucho cuidado y entérame de lo que descubras... BALBINA. Descuide la señora.
Palabra del Dia
Otros Mirando