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Actualizado: 10 de junio de 2025
Manifestó Benina a la Pitusa que era un dolor mandar al Hospital a tan ilustre señorón, y que ella se determinaría a llevarle a su casa, sí... Hirió la mente de la anciana una atrevida idea, y con la resolución que era cualidad primaria de su carácter, se apresuró a ponerla en práctica con toda prontitud. «¿Quieres oírme una palabrita? dijo a la Pitusa, cogiéndola por el brazo para sacarla de la cocina.
Palabras sueltas llegaban... que si era santa de pega; que si era una ladrona que se fingía beata para robar mejor... que si era una lame-cirios y chupa-lámparas... En fin, aquello se iba poniendo malo, y no tardó en demostrarlo una piedra, ¡pim! lanzada por mano vigorosa, y que Benina recibió en la paletilla... Al poco rato, ¡pim, pam! otra y otras.
Al saber que Frasquito, enfermo, se hallaba recogido en casa de Doña Paca, mostró la niña sincera aflicción, y quiso ir a verle; pero Benina se lo quitó de la cabeza. Más valía que le dejara descansar un par de días, evitándole conversaciones deliriosas, que le trastornaban el seso.
Morena, de facciones tan regulares como pronunciadas, magníficos ojos negros, cejas que al juntarse culebreaban, boca sucia y bien rasgueada, que no parecía hecha para sonreír, cuerpo derecho y esbeltísimo en su flaqueza y desaliño, la compañera de Almudena era una figura trágica, y como tal impresionó a Benina, aunque esta no expresaba su juicio sino pensando que le daría miedo encontrarse con tal persona, de noche, en lugar solitario.
«¿Quién es esta madama? dijo la Pitusa, que con presteza lo cogió para examinarlo . Como guapa, lo es... Quería yo prosiguió Frasquito tomando aliento a cada sílaba , demostrarle a Obdulia su perfecta semejanza con... Pues este retrato no es de la niña dijo Benina contemplándolo . Algo se le parece en el corte de cara; pero no es mismamente. Digan ustedes si se parece o no.
En la escalera detuvieron a Benina dos vejanconas, una de las cuales le dijo con mal modo: «¡Vaya, que confundirla a usted con Doña Guillermina!... ¡Zopencos, más que burros!
Y se me ha ocurrido... para eso la he llamado a usted... se me ha ocurrido que el mejor donativo que puedo hacer a esa desgraciada es este». Diciéndolo, D. Carlos cogió un libro largo y estrecho, nuevecito, y lo puso delante de sí para que Benina lo cogiera. Era una agenda. «Vea usted dijo el buen señor hojeando el libro : aquí están todos los días de la semana.
A este le llamaban Muley Abbas. Y a ti Cuarto e kilo, por lo chica que eres. Poner motes es cosa fea. ¿Verdad, Almudenita? Las personas decentes se llaman por el santo bautismo, con sus nombres de cristiano. Y esta señora, ¿qué gracia tiene? Yo me llamo Benina. ¿Es usted de Toledo, por casualidad? No, señora: soy... dos leguas de Guadalajara.
Asintió a ello la señora, y la tristeza de ambas se aumentó con la noticia, traída por la criada de Obdulia, de que esta se había puesto muy malita, con alta fiebre, delirio, y un traqueteo de nervios que daba compasión. Allá se fue Benina, y después de avisar a los suegros de la señorita para que la atendieran, volvió a tranquilizar a la mamá.
Sí... Vuestra Eminencia Ilustrísima es la que ha dicho que la Benina sisaba; lo cual que no es verdad, porque si sisara tuviera, y si tuviera no vendría a pedir. Tómate esa. Por bocona te has de condenar tú. No se condena una por bocona, sino por rica, mayormente cuando quita la limosna a los pobres de buena ley, a los que tienen hambre y duermen al raso.
Palabra del Dia
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