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Exactamente los mismos sentimientos repuso Marner con más amargura que nunca . ¿Cómo podría tener los mismos sentimientos que hoy cuando comemos los mismos bocados, bebemos en la misma copa y pensamos en las mismas cosas desde el principio hasta el fin del día? Exactamente los mismos sentimientos. ¡Esas son vanas palabras! Nos cortaríamos en dos.

Abajo me acordaba de los argonautas españoles que en estos mares vendían los calzones por un vaso de agua tibia... ¡Y nosotros que bebemos fresco a todas horas!... Venga más hacia aquí, Ojeda; yo necesito calor y huyo de la sombra. Le molestaba un bote de la última cubierta suspendido sobre sus cabezas, que repelía el sol o le dejaba paso, siguiendo el lento vaivén del buque.

A los que habitamos en ciudades, estamos condenados á sucia atmósfera, recibimos en los pulmones aire ponzoñoso, respirado ya por otros muchos pechos, lo que más nos asombra y nos regocija, cuando recorremos las altas cimas, es la maravillosa pureza del aire. Respiramos alegremente, bebemos el hálito que pasa, nos embriagamos con él.

¡Lo que viene con nosotros, Ojeda!... ¡Y yo, infeliz, que en otros tiempos admiraba las tiendas de la calle Mayor en vísperas de Navidad!... ¡Lo que comemos y bebemos durante el viaje! ¿Sabe usted cuánta cerveza llevamos con nosotros? Mil doscientos toneles. Eso se dice con facilidad, pero hay que verlo... ¿Sabe cuánto vino? Doce mil botellas. También se dice esta cifra con facilidad...

Acaso por esta razón fueron más animadas las fiestas; y en el último día, cuando la embriaguez llegó a su colmo, dió el cacique rienda suelta a su enojo con estas palabras: Nuestros padres hacían sus libaciones en copas de oro, y nosotros, hijos degenerados, bebemos en tazas de barro.

La fuenti, tal que usté lo sabe, está cayeju arriba de aquí, a medio cuarto de hora de un buen andar, subiendo, y en una rinconá muy jonda a la derecha, según se sube. Por estar tan a trasmanu del lugar y tan placentera de esta casa, solamente nusotros bebemos de eya; de suerte y modu, que es una soledá de las más solas a toas las santas horas del día y de la noche.

Por eso yo, que soy revolucionario en todo, no me avergüenzo de decir que me gustan los toros... El hombre necesita el picante de la maldad para alegrar la monotonía de su existencia. También es malo el alcohol y sabemos que nos hace daño, pero casi todos lo bebemos. Un poco de salvajismo de vez en cuando da nuevas energías para continuar la existencia.

Levantóse entre ellos alarido disforme, y sacando las dagas, lo juraron, poniendo las manos cada uno en un borde de la artesa; y echándose sobre ella de hocicos, dijeron: "Así como bebemos este vino, hemos de beber la sangre a todo acechador." "¿Quién es este Alonso Alvarez pregunté , que tanto se ha sentido su muerte?" "Mancebo dijo el uno lidiador ahigadado, mozo de manos y buen compañero.

Naciste , y has colmado La copa de nuestra dicha: Ya no en fantásticos sueños Nuestra mente se fatiga: Fijos delante tu rostro Con nuestra vista en tu vista, Bebemos miel deliciosa En tu inefable sonrisa; Y pensamos en tu suerte Cuando vengan otros dias, Cuando corazon y mente Con doble peso te aflijan, Haciendo inclinar tu frente Como una rosa marchita; Cuando á los piés de tu cama Colocada de rodillas Alabes á tu Criador En tus plegarias de niña; Cuando pidas á tus padres Que amorosos te bendigan, Dándote un beso en la frente Para ir á dormir tranquila; Cuando indagues cavilosa En mi frente encanecida Los hondos surcos que marquen El tránsito de la vida; Cuando recorran tus ojos Estas paternales líneas, Que si eres feliz leerás Con angélica sonrisa, Y si sufres, se verán Por tu llanto humedecidas; Cuando en un mar proceloso Pueda servirte de guia, Llevándote ángel hermoso Hasta el puerto de la dicha, Como te llevo en mis brazos Hasta la cuna tranquila.

Levantóse entre ellos alarido disforme, y desnudando las dagas, lo juraron poniendo las manos cada uno en el borde de la artesa, y echándose sobre ella de hocicos; dijeron: -Así como bebemos este vino hemos de beberle la sangre a todo acechador. ¿Quién es este Alonso Álvarez -pregunté- que tanto se ha sentido su muerte?