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Actualizado: 15 de mayo de 2025


¿Conquistada?... Entonces se conquista ahora a las muchachas con discusiones sociales... Las muchachas serias respondió la abuela ligeramente ofendida, tienen así ocasión de apreciar a un pretendiente... ¿Qué más quieren? Solté una carcajada vibrante, prolongada, interminable. De modo, abuela, que el señor de Baurepois era un pretendiente... Ciertamente balbuceó la abuela. ¿Por qué no?

Era un joven de buena presencia y vestido con esmero. Iba a proseguir su paseo cuando notó a la joven sentada bajo la glorieta, inmóvil y con la cabeza inclinada. Se le escapó un grito ahogado. Se deslizó a lo largo de la cerca y se aproximó sin ruido. A cinco o seis pasos de ella se puso un dedo sobre los labios y balbuceó: ¡Elena, querida Elena!

Cuando vió cómo el presidente de la gran República americana protestaba del torpedeamiento de los buques indefensos, de los crímenes de los submarinos, acabando por declarar la guerra al Imperio alemán, don Marcos afirmó con un balbuceo de confesión: Ese Wilson... ese Wilson es una persona decente. Para él, era imposible decir más.

No, barón; otra persona hay aquí cuyo pensamiento permanece fijo en Monteagudo aun con más insistencia que el vuestro.... Me asombráis, noble señora, balbuceó Morel. Acercáos, joven de los rubios cabellos rizados, dijo doña Leonor extendiendo la diestra en dirección de Roger. Poned vuestra mano sobre mi frente. Así, esperad.

El tío Guichard acaba de morir y nosotros somos prometidos ... Pretendes que hubieras podido ser una buena esposa; pruébalo. La señorita Guichard se puso pálida como si fuera á morir. Sus ojos interrogaron confusamente la cara de Roussel, que estaba grave y solemne. Después balbuceó: Fortunato ... ¿qué quieres decir? No me des una falsa alegría ... ¡Me matarías! ¡Lejos de tal pensamiento!

Era un empleado, un padre de familia; pero ¿dónde estaban sus actos? ¿Qué había hecho? Buscó en los repliegues de su memoria, recorrió mentalmente los años pasados, como se recorre con los dedos el teclado de un piano, y los halló vacíos, desprovistos de sentido. «¡Vamos, señorita! balbuceó con la cabeza baja y gesticulando . Es idiota creer que soy un espía. ¿Yo espía? ¡Qué insensatez!

Al terminar el baile, cuando se disponía a subir a su cuarto, tropezó entre bastidores con Arturo, el cual, en presencia del gentilhombre que entonces presidía las funciones de la Opera, le dijo: ¿Me permite usted, señorita, que la acompañe a su casa? Será un honor para balbuceó la joven temblando, sin notar que su respuesta excitaba la hilaridad de sus compañeras.

Ojeda, al estrecharle la mano, se fijó en su tendencia a volver la cara hacia el mar, rehuyendo el lado izquierdo, y con súbito movimiento le hizo ponerse de frente. Pero criatura ¿qué tiene usted ahí?... Señalaba, riendo, una hinchazón lívida de la sien que se extendía hasta un ojo. No es nada balbuceó Isidro ; poca cosa... Ya le explicaré.

¡Es... es... el... el... el guardacostas! balbuceó el fraile con una pena extrema. Y se oían rechinar sus dientes. Y miraba, con los brazos cruzados sobre su pecho jadeante. El gitano se encogió de hombros, fue a sentarse sobre un empalletado y se volvió hacia Santa María repitiendo: ¡Qué hermosa estaba!

Ella balbuceó sin fuerzas: ¡Dios mío, Dios mío! La hora que acababa de transcurrir había sido tan angustiosa para sus almas turbadas que, inconscientes, permanecieron así en brazos uno del otro, creyendo vivir en un sueño. La joven fue la primera en reponerse; se apartó de Juan, y señalando la ventana: Es necesario abrir dijo no vemos a mi padre. Juan obedeció.

Palabra del Dia

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