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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Quilito, a horcajadas otra vez en el caño, la barba sobre sus manos, lívido, mirando la llama con fijeza magnética, balbuceó que no sabía nada, que él desde mediodía faltaba de casa... Es un disparate tuyo agregó, cuando se está mal de la cabeza, se ven visiones. Agapo atizaba el fuego. ¡Por estas! dijo besando los dos índices en cruz, estaba mareado, pero no ciego. Créeme, hijo, créeme...
Quedó sorprendido Robledo, y al final balbuceó: ¡Oh, el amor!... Es una enfermedad... eso es: una enfermedad de la que vienen ocupándose las gentes hace miles de años, sin saber en qué consiste. La condesa se había aproximado mucho á él, á causa de su miopía, prescindiendo del auxilio de unos impertinentes de concha que guardaba en su diestra.
¿Hay fuego en el castillo? preguntó imperiosamente Clementina, que apareció en chambra y gorro de dormir. ¿Qué significa ese ruido, Bobart? ¡Ah! buena y querida amiga, balbuceó el abogado, ¡qué suceso! Pero ¿qué, qué ha sucedido? Habla, pues, en vez de gimotear! Pues bien ... ¡Tu sobrina ha partido! ¡Ha partido! exclamó la señorita Guichard. ¿Pero cómo? ¿Por dónde? Con su marido; por la puerta.
Las cosas pasaron muy felizmente; Elena se mostró mucho más estúpida y loca de lo que realmente es; en seguida me firmó una declaración en que afirma que su cerebro se halla desequilibrado... y... ya os imaginaréis lo demás. ¿El qué? ¿el qué, señora?... No comprendo balbuceó Marta casi desfallecida. Es fácil de comprender, sin embargo: Elena va a entrar en una casa de sanidad.
En la algazara de las solicitudes de baile, de la remoción de sillas, de los primeros acordes del interminable vals, Huberto murmuró, al fin, algunas palabras de gratitud: Usted acaba de hacerme muy feliz, mucho más feliz de lo que podría imaginarse. ¡Gracias, María Teresa! Entonces ella balbuceó, ruborosa, oprimida la garganta: Su señora madre puede ir a ver a mi padre.
Apóyate en don Lázaro, Paula, que estás muy mala. ¡Ah! Triste cosa es llevar por acompañante á un caballerito como éste. El aragonés balbuceó algunas excusas, y dió el brazo á doña Paulita. Andando, sintió que la devota pesaba en su brazo como si fuera de plomo. Iba muy arrebujada, en su mantón y caminaba con dificultad. Va usted muy á prisa dijo, pesando más fuertemente en el brazo del joven.
Pero, ¿qué significa esto? murmuró la condesa retrocediendo . ¡Me dais miedo! Respondedme, respondedme bramó Mathys, mirándola en los ojos, con los dientes apretados y los labios contraídos . ¿Qué le habéis dicho ayer a Marta? Pero, por Dios, ¿qué os pasa? balbuceó la condesa de Bruinsteen asustada . Se diría que queréis asesinarme. No deis un paso más porque grito pidiendo auxilio.
Y recordando que aquella señal era la convenida entre él y Piorette para anunciar un ataque, comenzó a temblar de pies a cabeza, su rostro cubriose de sudor y, marchando en la obscuridad a tientas, como un ciego, con los brazos extendidos, balbuceó: ¡Catalina!... ¡Luisa!... ¡Jerónimo!
Luego, una vecina le cogió en sus brazos, sin contestar a las preguntas que la hacía él con infantil balbuceo. «¡Hijo mío! ¡pobrecito!» era lo único que sabía decir aquella mujer: se acordaba bien.
La esperanza que habría debido sostener a esa mujer ¿no se habría convertido más bien, en un nuevo y último motivo de desesperación? ¿Cómo?... ¿Por qué?... balbuceó Vérod, aturdido. Digo que, queriéndole a usted esa señora y no pudiendo amarle sino a costa del respeto que se tenía a sí misma, no encontró en el amor que usted la tenía el consuelo que usted dice.
Palabra del Dia
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